domingo, 17 de julio de 2011

Un poema viejo para una nostalgia reciente


Meneses, perro amarillo
que atraviesa mi silencio,
talismanes que me agencio
para socorrer mi trillo,
sonata del verde y brillo
de la tarde cuando muere,
nostalgia que siempre hiere
como punzada en la vida
sutura para mi herida
mi alma tu silencio quiere.

Niño he sido en tus rincones
y mendigo en tus callejas,
cuando siento que me dejas
retumban las emociones
y mi abuelo, sin canciones,
se alza desde su caballo
y su voz, como de rayo,
su voz de polvo y de brisa,
rompe en dulzura la prisa
y me cuida las pasiones.

¿Dónde quedaron, juguetes?
¿Dónde abandoné a mi madre?
¿Qué dolor guarda mi padre?
¿Y mi hermana?¿Y sus aretes?
Campesinos sin guateques
recobran su esencia vieja;
mi vida como madeja
vuelve la pasado y regresa
y con ternura me besa
y sin consuelo me deja.

Es tu mordida la huella
que mancha mi poesía
y marca mi travesía
por laberintos de suerte,
eres alegría y muerte,
eres paz y eres querella,
eres un niño sin duende
que al regazo se te prende
y al desatar la alegría
sólo reclama una estrella

3 comentarios:

  1. Tienen mucha fuerza estos versos... me han encantado.

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  2. Gracias, lo cierto es que cuentan una parte muy auténtica, quizás la más auténtica, de mis raíces. Un abrazo o un beso o las dos cosas.
    Aldo

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  3. Amigo, tú nunca cambias, nunca envejeces, eres el mismo mago de las palabras que nos dejaba bobos oyéndote, y el mismo gran amigo.
    Muchos besos y felicidades superatrasadas por tu cumple.
    Siempre te recuerdo, siempre.
    Alina.

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