No hay cosa que me asuste más que sorprender un vídeo en la red con algunos de los cuentos que voy contando por el mundo, bueno, sin pretensiones, por esos caminitos del mundo que recorro.
Me descubro diferente, ajeno a todo lo que pasa por mí en el instante en que el cuento escapa de mí como un río, a veces manso, otros encabritado. Creo que lo lindo de contar cuentos es también la magia del momento que será irrepetible, sólo quien lo vive en directo percibe, participa, crea como parte imprescindible del proceso.
Pero cómo oponerse a algunas buenas intenciones de compartir lo que han vivido. Nada, que somos, definitivamente, un medio, un instrumento y aunque duela hay que aceptar que aparezcas borroso y con la voz temblona mostrando algo de lo que haces para compartir con los otros.
No me molesta el vídeo, ni siquiera los comentarios de aquellos que se escudan en el anonimato. Lo triste es que no sepan que soy yo, por eso pido que siempre que alguien tenga a bien (soy optimista y confiado) colgar algo sobre mí que ponga mis datos y se muestre para agradecerle y conocernos.
Aquí os va uno que, sólo por los suspiros, vale la pena... Lo de plagio que dice un comentario, es cuestionable o mejor dicho, definible.
jueves, 17 de septiembre de 2009
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