Me permito parafrasear el título de un libro publicado a raíz de la visita de Juan Pablo II a La Habana, para contar con bombo y platillo el paso de Mirta Portillo por el escenario de la Tetería Pachamama, en Ciudad Real.
Confieso en que no soy imparcial cuando de afectos se trata y que me resulta imposible valorar artísticamente, sin ser subjetivo, a aquellas personas en las que humanamente creo. Mirta , no ha sido la excepción, a pesar de que a penas habíamos tenido contacto (cuando yo venía a España por primera vez, en el 98, ella empezaba con Mayra Navarro en el Taller del Gran Teatro de La Habana) pero puedo asegurar que cada vez que la vi contar, se hacía evidente ese valor en alza para los verdaderos cuenteros: LA AUTENTICIDAD.
En Pachamama hizo gala y alarde de profesionalidad y cubanía, una verdad que define su oficio y que le permitió darse y hacer que los asistentes a la sesión nos diéramos, nos entregáramos al mágico disfrute de viajar en guagua porque los autobuses de estos lares nada tienen que ver con esta "especie", que no medio de transporte, que en la mayor de las islas del Caribe adquiere vida y significados muy propios, únicos.
Fuerza fue la basa en la que se armó la verdad de su contada, atreverse a provocar, más que a seducir desde una parte muy sincera de su ser.Todos caímos en sus redes y yo, con esta vocación melodrámatica que porto en los genes, me estremecí y no me atreví a subir al escenario(con lo que me gusta) que esa noche Doña Mirta Portillo, hizo suyo, definitivamente.
Gracias Mirta por haber conducido magistralmente TU guagua, nuestra guagua, por hacernos vibrar y por hacerme volver a ese pedazo puro de mi raíz y de mi alma.Gracias por ayudarme a constatar que en nuestro oficio sólo hay una verdad que nos define profesionalmente: SER AUTÉNTICOS Y DARNOS ENTEROS DESDE ESA VERDAD INELUDIBLE.
1 comentario:
cuentista, te honra mucho valorar desde el corazón a tus colegas ¿Sois así de generosos todos los cuentacuentos?
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