Hay dos frases que recuerdo de mi infancia
¡Enderézate! ¡Levanta los pies!
Enderezarme fue imposible, ya se sabe: árbol que nace
torcido...
La vida me retuerce y siento que me achica, pero enderezarme
lo que se dice enderezarme...
Sólo fijé, parece, lo de alzar los pies. Tanto ha sido la
alzada que no sé vivir sin esta constante sensación de fuga, sin esta mágica
vocación de veleta.
Torcido estoy pero aprendí a volar y es en el vuelo que el
destino impreciso se endereza.
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