domingo, 7 de agosto de 2011

Desvaríos estivales

He creído siempre que la confianza es mucho más poderosa que la desconfianza; que la confianza ilumina, funda, libera; mientras que su contrario deteriora el alma, enferma y hace que crezcan el resentimiento y la duda que, en cuestiones de afectos, son buenos para nada.
Pensar en la confianza me ha llevado a un pariente cercano de esta, o al menos eso creo: el querer ¿Se confía porque se quiere?¿Se quiere porque se confía?¿Se puede querer gratuitamente, porque sí, por el simple hecho de querer? O la pregunta que debo hacerme es: ¿Por qué se quiere?
Y lo hago convencido de que ese sentimiento no tiene un por qué, es deslumbramiento y llama, es instinto y tiene la virtud del lago, a veces limpio y otras turbio pero siempre agua renovándose a pesar de su apariencia, agua habitada en la que se refleja el azul a pesar de la oscuridad fangosa de su fondo, de la agitada vida que le puebla y le define.
Hasta hace unos instantes creí que me habían enseñado a confiar, pero no, me enseñaron lo contrario a la vez que me enseñaban la generosidad y el amor ¿cómo es posible?
Tengo un batiburrillo en la cabeza, un “chapichalapi” (como dice mi prima Kenia), un lío y a la vez un dolorcillo impronunciable en el alma porque descubro por enésima vez que hay que desconfiar aunque te vuelva arisco, huraño, paranoico; que hay orejas que sólo escuchan tus dolores para sacarlos luego en tu contra o a favor de alguien a quien creen tu contrario aunque no lo sea (o quizás sí) y te dejan como he quedado este sábado en que el sol, quiere abrasar a La Mancha y a los que en ella pululamos, con o sin raíces.
Pero no dudo, me duelo y quiero y seguiré queriendo y confiando aunque siga doliéndome el momento de asumir que no todos escuchamos, ni queremos de la misma manera porque no sé si estaban en el paquete de saberes que me dieron mis mayores en los que tengo la certeza de haber encontrado la generosidad y el amor, pero como soy mayor y estoy tan sólo decido que en este corazón envuelto en grasa jamás tendrá cabida la desconfianza hasta que este vivir demuestre lo contrario

2 comentarios:

Glei dijo...

En estos días escuché una frase que decía así:

"Amar es dar a alguien el poder para destruirte, y confiar que este nunca lo hará"

Pero si no nos arriesgamos pues no sabremos si eso valió la pena o no!!!
por eso es que hoy en día muchos chascos me he llevado, de muchas experiencia he aprendido y de muchas otras me he reído!

Un ejemplo!!!

Hace unos meses conocía a un ser especial, y simplemente enamorada de sus palabras, y confieso que existió un "algo" porque el me recuerda a un primo que es mi todo y nos comunicamos este donde este y por el medio que sea. Y fue eso lo que me llevo a confiar en el, es decir, vi a mi primo en el, porque son muy parecido... y nada confié y listo!!
Y Aldo ese ser eres tu.. por eso me sentí tan identificada contigo, y por eso me atreví a invitarte.. y te estimo un montos.. en solo verte 3 días!!

pero es que tienes un duende, un color de vida tan bello que me atreví a llegarte y a confiar en ti!

y solo espero que nunca destruyas a esta "fans" que pretende ser una gran amiga y que te quiere mucho y te desea siempre lo mejor!!!

Un abrazo.....

Y mira tu!! te puedes sentir mal en algún momento y caer un poquito porque es lo normal en esta vida, pero tienes que levantarte siempre!!!

y Bueno ya sabes que de del otro lado del mundo tienes una amiga que siempre va a estar allí!!!

aldo méndez dijo...

Gracias, Gleidy, muchas gracias y también por el poema de tu blog y por ser tan generosa y noble. Un beso. Aldo