Mi pueblo, Meneses, nació por
azar, ese azar antiquísimo gracias al cual se fundan los lugares que luego
habitaremos hombres y mujeres. Gente de cualquier parte fue llegando a aquel
trocito de tierra caribeña quién sabe de que parte del mundo y allí fueron
plantando sus casuchas de pobres y sus esperanzas.
Cuando el pueblo recién nacido a
la orilla del mar tuvo calles y un parque y sus habitantes gritaron con su
acento sus nombres propios al viento del Caribe, decidieron juntarse y celebrar
que un pueblo nuevo le había nacido al mundo y a la orilla del mar cantaron y
bailaron sus cantos y sus bailes viejos y comieron y bebieron y se contaron las
vidas como las habían vivido o como quisieron vivirla porque al fin al cabo uno
puede fiarse poco del recuerdo. (...)
Un trocito del cuento que tanto he contado y que ahora, por fin, escribo
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