Que no quiero la dulce
Caricia dilatada,
Sino ese poderoso
Abrazo en que romperme
Jaime Gil de Biedma
Tanto vuelo sin pausa, tanta fuga, tanta ternura desatada, tanto mar ajeno y a la vez común, tanto decir que pasa, que todo pasa y queda…
Y en su paso, el ardor de la huella que deja el desamor, cuando pone sus huevos bajo la piel del verso, ha cerrado a cal y canto la puerta a mis recuerdos y estoy como queriendo decir algo con nombre impronunciable por la punzada que deja en mi silencio.
No sé qué quiero ahora que la noche masculla rubores y vergüenzas para escupirlos, irreverente, al pie de la cama; para fugarse luego y dejarme desconsolado en la urgencia de bautizar algún gemido lento que preñe mi corazón de auroras.
Y no quiero el arrullo, ni la nana. No quiero el frígido consuelo de tener que decir: lo siento, tampoco quiero escuchar lo mismo de otras veces como un remiendo apurado a la esperanza que, al resolverla, la desdibuja y la prostituye.
Quiero anegar la noche de abrazos, sólo abrazos; quiero romperlo todo, que cada trozo salte en estampida de luz para cegarme y ciego de mis luces recorrer las verdades y las sombras que esperan, ojerosas, en la puerta cerrada donde calla el recuerdo que pasa y que se empoza y que no fluye, ni crece, ni se rompe.
1 comentario:
ANIMO....TODO LLEGARA...ESE VIAJE TE HARA BIEN.
Publicar un comentario