Hace unos meses (tantos que si los nombro me parece que a punto estuvo esta crónica de caer en el olvido) me llamó Javier, de Úbeda. Él y Beni venían a Ciudad Real, ciudad que a ratos me acoge, al concierto que su hija daba en Pachamama.
Yo hace un tiempo, por error y por miedo al humo, me había alejado de los cantautores. Tenía razones más que suficientes para ir: una compañía de lujo, tiempo y ganas de que el alma se abriera al recuerdo y las palabras de un amigo, José Lemus, que alguna vez me habló de una muchacha de Úbeda que cantaba como los ángeles.
La muchacha que canta y a su vez, hija de Javier y Beni, es Zahara. Una mujer que sabe muchas cosas, sobre todo qué decir y cómo cantarlo.
Me atrapó, me sedujo, me conmovió por eso una canción "CAMINO" y el motivo que la inspira (que luego supe, de voz de Zahara, en un desayuno con flores en la Plaza Mayor), me movieron a escribir estos versos adultos cuando mi manía de jugar a las poesías se hacía cada vez más vieja.
No es que no quiera volver,
es que no encuentra el camino;
la maraña que el destino
ha tejido con su ser.
Hoy sin mañana, el ayer
perdido en la lontananza,
donde el olvido y su danza
juegan a inventar la ausencia
con la luz de tu presencia,
con la raíz del querer.
Se hizo tu mirada espejo
donde engalano mi risa
para que bebas sin prisa
la ternura que te dejo.
Y mi recuerdo más viejo
renace en algún suspiro
que se escapa cuando miro
cómo te pierdes volando
y me consuelo cantando
la huella en la que me inspiro.
Abuela, en la lejanía
te busco arrullando nanas,
calentando las mañanas
con aromas de poesía
y tu voz, que se hace mía,
va dibujando emociones,
armando nuevas razones
que censuran al olvido
y en mi pecho te haces nido
donde empollan mis canciones.
Y por si quieres volver,
cuando recobres tus lazos,
yo me reservo un abrazo,
una flor y un alfiler,
el mismo cuento de ayer,
un mago y un peregrino,
una bruja, un adivino
que ayuden a levantarte
y que puedan arroparte
si reencuentras tu camino.
lunes, 25 de abril de 2011
sábado, 23 de abril de 2011
MENESES, UNA NOCHE DE HACE 20 AÑOS
Nadie entiende a la noche
si un cocuyo de roza las almohadas,
tanto silencio no puede ser la aurora,
tanta torpeza no amasará precisa
la esperanza.
La noche tangible es lastimera y dura
si tocase un descuido la soledad del sexo,
si una canción viniera de la nada al deseo.
¿Flotará la esperanza
en la suerte cocuyo que lastima los sueños?
Nadie entiende a la noche,
sólo el cocuyo para y es soledad y aurora...
si un cocuyo de roza las almohadas,
tanto silencio no puede ser la aurora,
tanta torpeza no amasará precisa
la esperanza.
La noche tangible es lastimera y dura
si tocase un descuido la soledad del sexo,
si una canción viniera de la nada al deseo.
¿Flotará la esperanza
en la suerte cocuyo que lastima los sueños?
Nadie entiende a la noche,
sólo el cocuyo para y es soledad y aurora...
viernes, 22 de abril de 2011
AMOR PIRATA
Cansado de esperar, el pirata quiso abandonar mi pueblo sin costas. Al intentarlo, descubrió un para de retoños en mitad de su pata de palo; había echado raíces.
Decidió quedarse y, entonces, pasó por delante de sus ojos un vestido azul turquesa que se movía con un sensual vaivén de mar en calma. Sus ojos marrones siguieron aquel contoneo y ella notó una mirada insistente de hombre a la altura de sus nalgas. Paseó el mismo camino unas cuantas veces y se detuvo luego para mirar con descaro al pirata.
La joven tenía los ojos del mismo azul del mar que él añoraba y el hombre la miró como quien otea el horizonte y al alma le llegó con aquella mirada. Decidieron amarse para siempre.
Mi abuelo pirata tuvo el privilegio de envejecer con la certeza de un amor que le ofreció raíces y horizontes.
Esta es la versión apretada de la historia que narra por qué mi pueblo, Meneses, tiene por patrona una Virgen marinera, por qué mi abuelo fue un pirata y por qué olvidamos el color de los ojos de mi abuela paterna que escribí para mis amigos de Légolas y su genial propuesta de echar a rodar los cuentos
Decidió quedarse y, entonces, pasó por delante de sus ojos un vestido azul turquesa que se movía con un sensual vaivén de mar en calma. Sus ojos marrones siguieron aquel contoneo y ella notó una mirada insistente de hombre a la altura de sus nalgas. Paseó el mismo camino unas cuantas veces y se detuvo luego para mirar con descaro al pirata.
La joven tenía los ojos del mismo azul del mar que él añoraba y el hombre la miró como quien otea el horizonte y al alma le llegó con aquella mirada. Decidieron amarse para siempre.
Mi abuelo pirata tuvo el privilegio de envejecer con la certeza de un amor que le ofreció raíces y horizontes.
Esta es la versión apretada de la historia que narra por qué mi pueblo, Meneses, tiene por patrona una Virgen marinera, por qué mi abuelo fue un pirata y por qué olvidamos el color de los ojos de mi abuela paterna que escribí para mis amigos de Légolas y su genial propuesta de echar a rodar los cuentos
jueves, 21 de abril de 2011
De boca a oreja (como Dios manda)
Lo cierto es que lo del boca en boca del castellano tiene, en francés, un sentido mucho más lógico para este asunto de la cuentería, la narración oral, la comunicación afectiva que intentamos algunos.
Reflexión que debí colgar hace un par de semana cuando bullía mi espíritu en Estrasburgo gracias a este maravilloso Festival, de aparente modestia; pero de una grandeza, privilegio de pocos.
Y es que "De bouche à oreille et de boca en boca" es un Festival de cuenteros y cuenteras que surge hace cuatro años con vocación de juntar palabras y palabreros y dar a Estrasburgo (que ya tiene los suyo) un rinconcito amable donde la cuentería tuviese caldo de cultivo para arropar y arropando crecer con el vigor conque ha crecido en este tiempo que, comparado con la historia de los Festivales de Oralidad, se antoja breve.
Responsables hay muchos, pero en la raíz misma de este árbol están José Manuel Garzón, hombre, actor y cuentero, generoso y cabal, como pocos (es mi amigo, lo admito) y Ligia Vasquez, mujer de rompe y rasga como casi todas las de su tierra (Colombia); transparente y de una pieza que aglutina no sé si como dinamizadora o como madre a mucha gente diversa con ganas de hacer y compartir haciendo (cosa extraña en estos tiempos que, no se si corren para pasar más a prisa de la pasividad y la inopia)...me enrollo.
A lo que iba; Garzón y Ligia son auntéticos y cómo saben lo que quieren se han unido a personas que alegran, cuidan, cocinan, cantan, miman, abrazan, respetan, escuchan, aconsejan, protegen, amparan y que hacen que en una semana la vida de cuenteros sea mucho más mágica que cualquiera de las historias que el público magnifica y reinventa mirando cada gesto, pero viendo por la oreja, como manda la tradición.
Contar en la Maison de l'Amerique Latine de Estrasburgo es privilegio, es lujo. Allí se tejen y destejen a un tiempo tantos imaginarios como mundos desata la palabra viva, como ansiedad se despierta en las orejas expertas con el castellano y en las que recién se suman a la música maravillosa de nuestra luenga (ejercicio al que nos sumamos los castellano parlantes en las sesiones en francés)
La "salita" tiene el tamaño justo, la capacidad suficiente para que no se pierda nada cuando estás contando o cuando escuchas (ahora estoy aprendiendo a escuchar con la piel)
Tres sesiones diarias, el público va y viene y se queda y regresa, participa en un acto sublime de generosidad y respeto, por eso el título de esta "divagaciones" afectivas. Insisto: el cuento sólo vive por la oreja que lo escucha.
Si alguna vez os llaman para ir a contar a Estrasburgo, a la casa de América, no pregunte ni ponga condiciones; es un aprendizaje.
Si alguna noche coincide y pasea por el número 7, Rue de la Course y ve un cartel que anuncia cuentos, pregunte y pase, anímese y súmese a este entramado de afectos para que el sólo se necesitan orejas porque la palabra esta servida con una buena dosis de autenticididad, profesionalidad y respeto.
Reflexión que debí colgar hace un par de semana cuando bullía mi espíritu en Estrasburgo gracias a este maravilloso Festival, de aparente modestia; pero de una grandeza, privilegio de pocos.
Y es que "De bouche à oreille et de boca en boca" es un Festival de cuenteros y cuenteras que surge hace cuatro años con vocación de juntar palabras y palabreros y dar a Estrasburgo (que ya tiene los suyo) un rinconcito amable donde la cuentería tuviese caldo de cultivo para arropar y arropando crecer con el vigor conque ha crecido en este tiempo que, comparado con la historia de los Festivales de Oralidad, se antoja breve.
Responsables hay muchos, pero en la raíz misma de este árbol están José Manuel Garzón, hombre, actor y cuentero, generoso y cabal, como pocos (es mi amigo, lo admito) y Ligia Vasquez, mujer de rompe y rasga como casi todas las de su tierra (Colombia); transparente y de una pieza que aglutina no sé si como dinamizadora o como madre a mucha gente diversa con ganas de hacer y compartir haciendo (cosa extraña en estos tiempos que, no se si corren para pasar más a prisa de la pasividad y la inopia)...me enrollo.
A lo que iba; Garzón y Ligia son auntéticos y cómo saben lo que quieren se han unido a personas que alegran, cuidan, cocinan, cantan, miman, abrazan, respetan, escuchan, aconsejan, protegen, amparan y que hacen que en una semana la vida de cuenteros sea mucho más mágica que cualquiera de las historias que el público magnifica y reinventa mirando cada gesto, pero viendo por la oreja, como manda la tradición.
Contar en la Maison de l'Amerique Latine de Estrasburgo es privilegio, es lujo. Allí se tejen y destejen a un tiempo tantos imaginarios como mundos desata la palabra viva, como ansiedad se despierta en las orejas expertas con el castellano y en las que recién se suman a la música maravillosa de nuestra luenga (ejercicio al que nos sumamos los castellano parlantes en las sesiones en francés)
La "salita" tiene el tamaño justo, la capacidad suficiente para que no se pierda nada cuando estás contando o cuando escuchas (ahora estoy aprendiendo a escuchar con la piel)
Tres sesiones diarias, el público va y viene y se queda y regresa, participa en un acto sublime de generosidad y respeto, por eso el título de esta "divagaciones" afectivas. Insisto: el cuento sólo vive por la oreja que lo escucha.
Si alguna vez os llaman para ir a contar a Estrasburgo, a la casa de América, no pregunte ni ponga condiciones; es un aprendizaje.
Si alguna noche coincide y pasea por el número 7, Rue de la Course y ve un cartel que anuncia cuentos, pregunte y pase, anímese y súmese a este entramado de afectos para que el sólo se necesitan orejas porque la palabra esta servida con una buena dosis de autenticididad, profesionalidad y respeto.
hay días en que Carolina Rueda debe estar a mano
Sin ir más lejos, hoy la he buscado para que ilumine la víspera de este Jueves Santo que se me antoja gris y no aparece.
Le he dejado un mensaje con voz rota, por si cuela y me llama en un rato y si no es suficiente cuelgo estas rimas apuradas que le dediqué hace un año cuando Bogotá, gracias a ella, regalaba certezas a mi oficio.
En la voz de Carolina
hay futuros y pasados,
hay pájaros desatados
que, con magia cantarina,
pueblan, como serpentinas,
los caminos y las almas
y en torbellinos y calmas
las luces se hacen tangibles
los silencios perceptibles
y la tierra se sacude
porque a su consuelo acude
la voz de alas y raíces
que, con sonoros matices,
alienta la poesía
y canta la melodía
con que despiertan las nanas
y dormitan las campanas,
la montaña se hace cielo,
el mundo se hace un pañuelo
y lo imposible camino
y lo humano es lo divino
y lo divino la suerte
donde la vida y la muerte
bailan sin miedo al ovido.
Porque esta cuentera es nido,
esta cuentera es abrazo,
es leche materna, lazo,
arrullo, ventana, canto,
es consuelo para el llanto,
música de las canciones,
balcón de las emociones,
ala de los sinsentidos,
el sueño de los dormidos,
es la voz de los "sinnombre",
el nombre de los perdidos,
es corazón y latido;
esta cuentera de raza
que te mima, que te abraza
y al amor le da sentido.
RECOMENDACIONES:
Más allá del afecto, la admiración y el respeto y en virtud de estos, léase a modo de crítica y como definición de cuentera y de cuentero, por supuesto.
Le he dejado un mensaje con voz rota, por si cuela y me llama en un rato y si no es suficiente cuelgo estas rimas apuradas que le dediqué hace un año cuando Bogotá, gracias a ella, regalaba certezas a mi oficio.
En la voz de Carolina
hay futuros y pasados,
hay pájaros desatados
que, con magia cantarina,
pueblan, como serpentinas,
los caminos y las almas
y en torbellinos y calmas
las luces se hacen tangibles
los silencios perceptibles
y la tierra se sacude
porque a su consuelo acude
la voz de alas y raíces
que, con sonoros matices,
alienta la poesía
y canta la melodía
con que despiertan las nanas
y dormitan las campanas,
la montaña se hace cielo,
el mundo se hace un pañuelo
y lo imposible camino
y lo humano es lo divino
y lo divino la suerte
donde la vida y la muerte
bailan sin miedo al ovido.
Porque esta cuentera es nido,
esta cuentera es abrazo,
es leche materna, lazo,
arrullo, ventana, canto,
es consuelo para el llanto,
música de las canciones,
balcón de las emociones,
ala de los sinsentidos,
el sueño de los dormidos,
es la voz de los "sinnombre",
el nombre de los perdidos,
es corazón y latido;
esta cuentera de raza
que te mima, que te abraza
y al amor le da sentido.
RECOMENDACIONES:
Más allá del afecto, la admiración y el respeto y en virtud de estos, léase a modo de crítica y como definición de cuentera y de cuentero, por supuesto.
POEMAS DE ANTAÑO
Pasa que la canción se desgarra,
pasa que el miedo vuelve desde el llanto a la espera,
pasa que la estación es menos tierna sin payasos,
que el desamparo ruge,
que la tristeza canta:
"Hoy viene a ser como la cuarta vez que espero..."
¿Qué esperar si perece el aliento desde el alma,
si surjo de tu nombre y te me quiebras,
si te evoco y no asaltas mi lujuria con tus trinos?
Voy a armarte en mis razones aunque faltes
aunque sufra
aunque duela...
Desamparo es de este sitio la consigna
y convoco el canto que me nutre
y asalto la ternura que me hiere
Pasa que la canción ya palidece,
pasa que la fin el miedo me devora,
pasa que un triste otoño languidece,
pasa que, inconsolable, mi alma llora.
septiembre de 1991
pasa que el miedo vuelve desde el llanto a la espera,
pasa que la estación es menos tierna sin payasos,
que el desamparo ruge,
que la tristeza canta:
"Hoy viene a ser como la cuarta vez que espero..."
¿Qué esperar si perece el aliento desde el alma,
si surjo de tu nombre y te me quiebras,
si te evoco y no asaltas mi lujuria con tus trinos?
Voy a armarte en mis razones aunque faltes
aunque sufra
aunque duela...
Desamparo es de este sitio la consigna
y convoco el canto que me nutre
y asalto la ternura que me hiere
Pasa que la canción ya palidece,
pasa que la fin el miedo me devora,
pasa que un triste otoño languidece,
pasa que, inconsolable, mi alma llora.
septiembre de 1991
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