miércoles, 31 de marzo de 2010

MANERAS DE DECIR


Llegar a Bogotá ha supuesto un antes un un después de muchas cosas. Cierto que ya tengo ganas de mi mundo, de mi vida cotidiana, de mi casa y su luz, de mi espacio, mi tiempo y de ese, aveces, insoportable ejercicio, que se llama rutina.
Llegué a esta ciudad como quien acude a la prueba definitiva de su oficio y aunque se han empeñado en robarle derechos al paisaje, ahí estaba mi Carola, mi Carolina Rueda, luminosa y anfitriona para darle a la ciudad todo o que faltaba en la sorpresa de la primera vez, de la llegada.
No bien superado el abrazo llegaba Flora Ovalles, narradora y amiga venezolana con la energía un poco mustia, pero con el corazón de siempre y entonces supe que valía la pena.
A toda prisa subí maletas y cansancio a la habitación y en una furgoneta llena de cuenteros me fui presuroso a vivir lo que ya estaba pasando en el Festival.
Cuatro sesiones, cuatro maneras de contar, un mismo espacio y casi un mismo público algunos sólo acuden al primer pase, otros repiten y otros llegan renovados a fortalecer las energías del elemento imprescindible de este oficio, la oreja)
La noche la abre Jean Michel Hernández, un hombre que tengo la impresión de conocer de siempre, generoso en expresividad y un tejedor de palabras que un barca roja nos paseó por un trocito de ese Mediterráneo azul, tranquilo... Ese hombre sabe muchas cosas pero te insinúa su sabiduría sin estridencias.
Luego fue Linda Gallo, hermosa cuentera, eficaz en el gesto y certera en la palabra y con una voz tan bien "parida" que dan ganas de dejarse arrastrar a cualquier sitio. Un espectáculo mestizo, que contamina, en la medida justa, la cuentería con la música y la danza. Erotismo, humor, oficio, todo ello en un plato único agripicante, dulcisalado, con un acidez de fruto rojo que además de reír, me hizo pensar y descubrir a esta mujer de la que ya tenía nociones por palabras de Pedro Mario y Carola.
Alekos, es definitivamente un duende, se te cuela y te toca sin permiso. El llegó luego, cuentero, juglar, humanista y nos paseó como por un parque de diversiones, desde la montaña rusa (que en Rusia es americana) hasta un cuarto de espejos en el que nos hayamos todos mirando a los ojos de Cielo para saber algo más de la ternura.
En bicicleta, llegó Luciano Federico, en guerra con el mundo y sus mentiras. Ácido, corrosivo, pero auténtico e ingenioso desde la palabra hasta el gesto, desde la filosofía hasta la puesta en escena. Todavía navego en ese mar de fondo azul y mágico que simboliza tanto y que te arrastra sin permiso y te exige pensar y actuar...o al menos intentarlo.
Como si o fuera suficiente para me cabeza desneuronada por tantas idas y venidas, el cierre con Calle 13 y en la espera de un pollo para dar al cuerpo lo que ya el espíritu tenía un a voz grita mi nombre con un acento de toda la vida. En Bogotá, a las 12 de la noche como una anunciación el más ruidoso, entrañable, efusivo y generoso en afectos de mis amigos: POPA
¿Es necesario decir algo más para probar que ha valido la pena, que Bogotá, a pesar de haberle robado protagonismo a las montañas me ha robado a mi mismo con el cuento de que en esta ciudad todo es posible?

lunes, 29 de marzo de 2010

DEL REGRESO Y LOS MIEDOS...


La espera es una suerte de delirio cuando se pone en juego la ilusión de llegar al sitio donde la ternura tuvo cobijo y ahora pulula huérfana en tierra de nadie.
Me apuro a desatar manías nuevas para llegar como quien no ha faltado, pero el tiempo de ausencia ha lacerado el huerto, la enredadera y el nomeolvides que crecía a la altura de mis ojos es ahora mismo un árbol casi gigante que se empina convocando al cielo o al olvido que son en estos lares la misma cosa
El recuerdo es una ventana rota por la que se cuela el frío y me arropo para escudriñar trillos de antaño en los que me dejé la piel de las rodillas, mis primeras palabras y tal vez un amor que no supe nombrar por la culpa del miedo.
Nada es igual, yo intento serlo pero hasta la oreja me descubre en su cansancio de armonizar los sonidos de ahora con las cantinelas endecasílabas de entonces
¿Y si cambio mi nombre? ¿Y si olvido el ayer y me lo invento como quien teje un cuento sin final previsto?
Nada tiene el color, los rostros son arrugas, las risas una mueca exagerada y fría, yagas tiene el azul y al horizonte se le escapa la voz cuando cuenta que antaño fue hermano del futuro.
Yo que le escucho, tiemblo y me acurruco como intentando reducir mi estatura para caber en los guacales limpios de mi infancia que miran suplicando que los cargue conmigo para siempre porque temen que olvidé la calle de piedra de mis juegos, el azul desvaído del nomeolvides y los olores con que mi barrio se estrenaba cada mañana a la suerte de ser parte del mundo que ahora mismo no sé si lo ignora o se conduele

EN MENESES, MARZO DE 2010

Modestia..¡Apártate!


Más allá y también más acá del narcisismo propio de los que vivimos de cualquier oficio que reclame el aplauso, cuesta hablar de uno mismo, más que nada por falsa modestia y por el qué dirán. Pero visto lo visto, que mis abuelas no estaban y que tengo la certeza de que faltaron ojos críticos que pregonaran mi dicha, me atrevo y cuento y me echo alguna florecilla y un ramillete entero al público que ayer me arropó en San José, que defendió mi voz y recolocó mi desánimo.
Fueron muchos ojos, orejas, manos, porque logré que bailaran y cantaran, que jugaran con mis cuentos más que nada porque estaban abiertos al disfrute y porque yo quería secarme la espinita.
Público familiar (cientoylamadre; para no errar) cuentos populares y una ambiente caldeado por la tarde que despedía un día de asfixiante temperatura.
¿Qué conté? Lo infalible: El gallo y el carámbano, El gallo de Bodas (mi versión del Gallo Kirico), La cucarachita Martina (que en versión tica se llama Mandiga y que en lugar de sopa hace arroz con leche), El pollito Pito, Akeké y el baile y canciones y juegos...
Nada, que me la pasé en grande y si alguien quiere corroborarlo que lo haga.
Parece que salir huérfano de expectativas hace que la fuerza te salga por los poros y que cualquier empeño es nada, si no hay un público abierto a gozar y a hacer tangibles la palabras que fluyen desatadas en el intento de compartir, conmover y disfrutar.

domingo, 28 de marzo de 2010

Ana Nery es definitivamente, LA MANCHA


Y no una mancha oscura, sino luminosa, con añiles y blancos y tono almagre bullanguero que no deja a nadie indiferente.

Y es que La Habana me supuso otro reencuentro con esta amiga con la que apenas coincido y que sin embargo parece que la cargo en mis afectos de siempre.

Ana es una mujer de raza, de las que no necesitan aderezos para ser más que tierra (como dice García Pavón en la defensa más linda y auténtica que he visto de lo femenino) por eso llega y encandila, o encanta o seduce o "encuenta" con palabras sencillas contando sus verdades y desvelando miedos y certezas.

La Habana la hizo suya porque ella supo cantarle Oshún, mientras la miel endulzaba su cuerpo (su cuerpazo) y al público le gustó su manchega verdad, su falta de artificios.

Sólo le debe a la La Habana una jota manchega para ver como se mete en este ritmo la clave cubana y percibir que parte de la anatomía caribeña se da al arte del meneo con este ritmo.

Gracias Ana por tejerme un puente entre mis vidas y nos debemos una madrugada para ir hasta el malecón a pescar y seguir contándonos la vida o viviéndonos el cuento.

Las ilusiones...¿perdidas?

No aprendemos los humanos a minimizar el riesgo de las expectativas. A ratos me he creído adulto y me impongo la certeza de que las cosas pasan porque sí, para que algo se mueva o se retuerza o gima, pero no dejo de creer en esa suerte fragilísima que supone el vivir de ilusiones, aunque luego, según reza el refrán, morir de desengaño sea lo propio...
Es cierto que mi oficio desgasta, pero al mismo tiempo te refuerza esos rincones maravillosos del afecto y cuando el cuerpo dice basta; el corazón o el ego, menos poético, pero vibrante y protagónico te exigen seguir destejiendo o tejiendo (según sea el caso) las palabras.
Confieso que soñé con este viaje, soñé soltar mi voz de acento entreverado en esta tierra amable donde los árboles y el verde compitan con las sonrisas más amables que he recibido en mi vida,llena de amabilidades y sonrisas; pero pobre de mí, el tiempo pasa y yo camino de un lado a otro mirando el privilegio de lo mestizo y viendo como vive la ciudad porque de cuentos, nada
Ayer en Alajuela, la cosa se torció por un error de comunicación y mi gozo en un pozo, por suerte estaba el patio maravilloso de la Casa de Cultura, la gentileza de Mariela, Juan Madrigal, Alan y mi anfitriona, Fabiola, que no hayaba qué hacer para consolar mi frustración, enmascarada pero que supo adivinar a pesar de mis risas y palabras desatadas.
Escribo a modo de catarsis, para asegurarme que esta tarde habrá orejas prestas a las escucha porque vine a contar y una voz sin orejas no es más que silencio...

sábado, 27 de marzo de 2010

De estreno..

Estoy sentado en un Hotel de Costa Rica, Balmoral,en San José. He llegado esta mañana y por fin después de más de veinte días en mi tiera puedo intentar hacrme con esto del portátil para ver si logro decir algo o por lo menos impedir que se me eche el tiempo encima con la pátina silenciosa del olvido.
La ciudad pasa, unas guitarras suenan (el hilo musical) y yo disfruto los beneficios del animato, aún sin credencial, saturado de jugo de guanábana y con ganas de más y más frutas.
No sé si la ciudad me pedirá una cita mañana cuando el día se abra como mi mente (hoy ando catatónico)entonces podré mirar con ojos de recién llegado y hacerme la idea de que estaré más tiempo.
La gente pasa a mi lado saluda, se cita, se espera y yo no quiero hacerme con nadie; necesito estar conmigo porque Cuba siempre me deja en una suerte de delirio existencial con tantas bofetadas (tambien la de marzo y sus ventoleres)
Esta madrugada, cuando me disponía a salir tuve la certeza de que se cerraba un ciclo o al menos eso espero, para ver si los próximos regresos son menos lacerantes,menos duros.
Mañana intentaré colgar algunas de las cosas que escribí en la llegada y contar del Festival Primavera de Cuentos, para esos menestres espero que la señal llegue a mi habitación para quedar conmigo mismo y viajara sin que nada me distraiga