viernes, 15 de julio de 2011
MODESTIA, APÁRTATE!!!
Cuántas veces somos capaces de tirar a la basura el viejo prejuicio de la modestia y decir, como acuñó Freddy Artiles:-¡Modestia, apártate!
Ahora mismo vuelo hacia Gran Canarias, a Agüimes, al Festival del Sur y me he puesto a mirar las fotos del Festival de Barquisimeto, de donde acabo de llegar, y entonces me viene a la mente uno de los más maravillosos momentos de mi vida de cuentero, gracias a la maestría del fotógrafo que lo atrapó puedo reparar el instante en que no sabía si era cierto lo que estaba pasando y, de ser cierto, no sé hasta hoy que fue lo que movió la reacción de un público que me sacó del ritmo que intentaba dar a mi espectáculo y contar,tal vez gracias al oficio, como poseído para llegar al final como andando a tientas el camino de los cuentos que faltaban por decir.
Esta historia, aquella en que mi madre vuela y mi padre la salva de perderse, este cuento que reinventa mi pueblo y su memoria me ha dado no pocas satisfacciones y creo que, amen de su poesía y de su apelación a contar algo fácil de entender porque nos es común y se hace previsible, tiene su origen en la más auténtica raíz de mi historia personal y aunque no dice toda la verdad, cuenta la verdad que quise tener y la que tuve y pienso, es en ese punto donde se crea la comunión con los que van dibujando el texto que arman mis palabras.
Si alguien de los que estuvo me puede decir que sintió, qué paso, que cuerdas se pulsaron o cuales se rompieron para que más allá de mi conciencia el público me desarmara en un ejercicio mágico de sublime generosidad y afecto, que lo cuente, que me lo explique por qué siempre que miro mis ojos a punto de reventar en llanto y mi mirada buscando en no sé qué horizontes las respuestas soy feliz y me asusta no saber quien guiaba mis palabras esa noche, si era yo o era la sorpresa, si fue la historia o la hábil oreja de un público que sabe y como sabe pudo verse construyendo la verdad en que se nutre mi amor por esto oficio.
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1 comentario:
"Un cuento bien contado conlleva emoción, alegría, incertidumbre, fascinación, inventiva.... Pero, además, un cuento vivido por quien lo escucha, supone entrar en otra dimensión, en un mundo de reyes y princesas, de animales que hablan y razonan, de magia y milagros, en definitiva, acceder a un universo, al menos aparentemente, poco parecido al nuestro, y dominado por una lógica propia.
Quien cuenta un cuento, asume el papel de «Flautista de Hamelin». Debe introducir a los oyentes en su mundo, en el mundo que él conoce, en el mundo del cuento. Y lo ha de hacer como el propio flautista, sin apreturas ni desasosiego, ayudándose de la suave musicalidad de su narración.
Para ello, el narrador debe ser el primero en vivir y sentir el relato, e incluso, ser capaz de aportarle elementos de su cosecha personal.
Para saber contar un cuento es preciso saber escudriñar en lo escrito para lograr entenderlo, interpretar su simbolismo latente y, así, recuperar la comunicación en toda su intensidad, y plenitud, para evitar que se circunscriba a la mera transmisión oral, añadiendo toda la recreación, expresión de sentimientos, y matices que debe poseer la narración”
LAS MIL Y UNA POSIBILIDADES DE UN CUENTO
César MAROTO ESCUDERO, Lucía MARTÍN AMBITE, Paloma MARTÍN ZAMBONINO, Susana MARTÍN RAMOS,Paloma RUFIANGEL GARCÍA, Luís Miguel SAIZ CALVO
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