Es primavera.
Estoy en Buenos Aires.
Amenaza la lluvia.
El tren avanza lento.
Carteles coloridos anuncian que un Banco ofrece créditos que hacen florecer.
Bajo el horrible diseño de flores falsas, un ciego, con su guitarra, canta la canción del gigante de ojos azules que amaba a una mujer pequeña.
Un espontáneo se saca una flauta del bolso y le acompaña.
La gente levanta la cabeza, sonríe y vuelve a lo suyo.
Termina la canción, la gente aplaude, el flautista se baja en la siguiente parada, el cartel permanece, el ciego canta una canción de Aute.
El cielo insiste en jugar a las tormentas, no llueve.
Sube un hombre con muletas vendiendo tres alfajores por cinco pesos para endulzar la tarde, el cartel del banco lo acapara todo con el naranja chillón de sus flores falsas.
Llegamos, no llueve.
Un par de "sintechos" pregonan: -La razón a voluntad, La razón a voluntad...
La gente que escucha y pasa, los ignora
- La razón a voluntad- insisten
Una muchacha de pocos años vende cremas antiedad desde un cartel gigante y con sonrisa falsamente perfecta o perfectamente falsa que en estos casos...
- La razón a voluntad- las voces que pregonan se apagan
No llueve por más que se anuncia el aguacero.
No llueve y pareciera que no pasa nada.
Cuántas razones-pienso- verdaderas, poéticas, engañosas, falsas...
¿Será que tantas razones anulan voluntades?¿Será que la voluntad se duerme cuando la vida precisa un aguacero?
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2 comentarios:
Me encanta leer tus textos, aunque más leerte cuando estás cerca de mí.
Tus textos no son para leerlos con prisa, sino uno a uno y saborearlos. Gracias Aldo...Bea
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