martes, 11 de agosto de 2009

Monólogo de una servilleta...

Yo he sido siempre algo simple, pero impoluta, blanca, generosa. Ignorada a ratos. Valorada sólo cuando la situación reclamaba mi urgente presencia limpiadora. Una frase hecha agradeciendo ser usada y timbrada al volante de mi blanco vestido, era la única mancha (casi siempre azul) que tenía en mi vida. Vida, que dicho sea de paso, vivía con el sueño de ser usada.
Y es que soy y seré siempre una simple servilleta, un “papel que juega su papel” sólo si la situación lo merece. Es cierto que he asumido algunos otros roles: tarjeta de visita, folio para planos, croquis y otros esquemas, pero no soy más que un papel apretujado en algo que llaman servilletero y en él que sólo la primera de la fila tiene la suerte de vistas a la exterior. Suerte agorera, por otra parte, porque estar en la ventana del servilletero al mundo es la garantía de que en cualquier momento… ¡zas! Llega la hora definitiva de demostrar al mundo tu valor y acabar con tu vida de blancura y silencio.
Hay quien me da “cristiana sepultura” y termino en un papelera u otro cualquier recipiente contenedor de desechos y espero (mi vocación definitiva es la espera) Otros usuario (LEER CON IRONÍA) me abandona a la suerte del viento, a al dureza del suelo y entonces me desdoblo en basura o mariposa, según mi ánimo y según la circunstancia…
Y ahí viene el problema: En un lugar de La Mancha se empeñan en usarme como elemento para educar y concienciar a la gente en la necesidad de respetar y cuidar la limpieza, y si tiramos de este hilo llegaríamos al nunca bien ponderado medioambiente, tan llevado y traído o maltratado y raído, que es definitivamente el resultado de tanto “llevitrae”
Nada, que me pierdo, tanto tiempo de silencio hacen que, al desatarme, sea más incontinente que cualquiera de esos cuenteros que no saben que el tiempo es oro. (YA PUESTOS A REIVINDICAR)
Sólo quería decir, y me he perdido, que no valgo setecientos cincuenta euros, que no necesito un vestido coloreado con esos logos (a veces tan horteras) porque soy un papel, un simple papel, una servilleta sabedora de que muchas veces, lo lógico, es apelar al sentido común y que hay hábitos cuestionables y por lo tanto, mejorables, superables a los que se apela desde la conciencia…
Y a punto de enrollarme vuelvo a mi silencio porque lo de la conciencia me conmueve y me tira de la lengua y para esa, para esa si no soy eficaz a la hora de hacer limpieza

2 comentarios:

Anónimo dijo...
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