domingo, 3 de julio de 2011
CUENTO DE UN POEMA DIFÍCIL
Toña Pineda es payasa y Sandra Lezama, bailarina; se han juntado en un espectáculo que cuenta algo sobre los sueños y la esperanza, o eso, al menos, es lo que yo sentí.
No es casual que me haya seducido, a pesar de que aún hay que hilar o deshilar para que todo fluya con la armonía de una pieza musical, con la luminosidad de un cuadro bien pintado, de esos que de tan bien atrapada la luz, se les escapa e inspira y hasta deslumbra, a veces, sin cegar.
La propuesta, aun inmadura, tiene la esencia clara, la intención se percibe aunque a veces se diluye. Pero hay una verdad que no deja indiferente y por eso mi verso se apuró para arroparlas con esta nana dulce que canta lo que sentí esa noche en que perdí mi miedo a los payasos y asumí que son también un trozo de poesía.
Una madrecita negra
tiene la luna
La oscuridad y la noche
tejen su cuna
y mientras va creciendo
y se hace redonda
el viento va tejiendo
nanas y rondas
La luna crece
la noche canta
el arrullo que gesta
las esperanzas
Duerme profundo
y juega con tu silencio
que el tiempo de llegar
lo anuncia el viento
con un silbido dulce
claro de luna
saltarás a los brazos
de mi fortuna
Crece la luna
canta la noche
la esperanza dormida
viaja en su coche
No te apures, yo espero,
una canción te guardo
y una caricia
de azucena y de nardo
de pan, de risa
y en mi regazo un nido
teje la brisa
La luna crece
la noche canta
el arrullo que gesta
las esperanzas
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1 comentario:
Gracias Aldo por dejarnos ver a través de ti
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