domingo, 1 de septiembre de 2013

BIOGRAFÍA

Cuando aprendí a soñar no tenía alas
apenas unas pecas adornaban mi rostro
y un pájaro amarillo anidaba en mi alma
La calle no era calle pero tenía un nombre
La casa era un encaje que se encendía
según dictara el cielo sus azules.

El día que nombré con mi palabra el sueño
no calculé el abismo
ni entendí las distancias
no sabía de horizontes
sólo del trozo verde
por donde el río apareció para bañar
el trillo en que jugaba.

Para qué brújulas y mapas y astrolabios
si el corazón de un niño era bastante
para hacer lo imposible.

El pájaro se fue
dejó sus huevos solos en mi alma
y no supe qué hacer con tanta vida.
El río se secó cuando la lluvia abandonó mi calle
y la casa remendó la mágica maraña de su vejez
aparentando que iba mejor la vida,
entonces huí
empezaba el escozor de las alas.

El niño se salvó
ahora me mira y canta
me propone esta inocente fuga del azul
que el amarillo atrapa.

Ahora mis sueños viejos se llaman esperanzas
y convocan el canto de la lluvia
para que vuelvan el verde
el río
la casa
la ilusión

las primeras palabras.

1 comentario:

CON TINTA TRANSPARENTE dijo...

Me encanta... encontrarte, leerte...
Espero que siempre encuentres lo que busques, yo en tus letras, aun sin buscarlo, encuentro siempre un gran placer.
Te echamos de menos en estas tierras Quijotescas.