Como jugando a nada otro domingo fluye sin dejar otro rastro que las luz mortecina de la tarde de un día que pretendió ser primavera.
Tengo un revoltijo de sensaciones, luces, sombras, miradas; una mezcla de ilusiones y miedos como cuando en la infancia me ofrecía la vida sus certezas y yo quería otra certidumbre, la de la fuga y el ala, la de saltar a cualquiera de los horizontes y perderme a encontrar una palabra, una razón o un nido.
El tiempo fluye como quien borda un largo camino de mesa y se deja la vista en el reverbero de luces y de formas conque traza, dibuja, arma verdad el trozo de la tela desnuda.
Desnudo estoy, con la esperanza cantarina y frágil, con la casa acuestas pero sin la rastrera vocación del caracol asustadizo, que huye de la nada y hasta la nada traza su pegajoso trillo de imperceptible luz.
No sé escribo, juego o me lleno de augurios esta tarde de domingo en que la vida ronda intentado tener una charla con mis fantasmas viejos,
Es un ir y venir de vivencias y ganas, de convicción y dudas que me busco en los surcos de las manos una señal que nombre los caminos que el futuro depara y busco puertas en los posos del café y en la página de un libro que abro con los ojos cerrados.
Pero nada me dice una respuesta cierta, nada es tan rotundo como estas ganas de ser yo que tararean un bolero en mi alma, diciéndole a mis años que es tiempo de cambiar la ruta o de armarla con otros ingredientes, otros fines.
Ni trascendente, ni triste, ni abandonado, ni solo, tampoco lo contrario, es que la lenta tarde de este domingo me obliga a comerme una galleta de la fortuna y antes de leer el mensaje que guarda preferí sacudirme los sentidos para verme latiendo la plenitud en que vivo.
Leo este desvarío a Javier y a Nico
Me como la galleta de la fortuna (china, por supuesto)
Y me encuentro: "Cada oveja con su pareja"
Y quién soy la oveja, la pareja o soy yo cargando con lo que soy, conmigo mismo y estas ganas de seguir caminando los trillos que este tiempo de cambio me ofrece y me regala, no sé si para seducirme o retarme que. a la larga son los modos que usó siempre la vida para sacudirme, provocarme.
lunes, 20 de agosto de 2012
sábado, 18 de agosto de 2012
ASUNTOS DEL AZAR
¿Cuántas veces el azar se impone?¿Acaso todas? ¿Es bueno, es caprichoso, es la fortuna?
Hace casi cuatro meses que salí de España, había algunas rutas trazadas, algunas intenciones precisas, había ganas de buscar horizontes y nada fue lo pensado, todo se armó caprichosamente, como un sueño bueno o como se arma el delirio.
México fue más, es más que cualquier pronóstico, Cuba fue otra verdad, otra mirada, Argentina parecía quedarse en nada, Brasil se quedó pendiente y yo anduve desesperanzado, triste, como si se me hubiera torcido el camino y con él, las ilusiones.
Parecía una traición del azar esta mirada al sur, cuando, sin presentirlo, el azar tomó las riendas:
PRIMER AZAR
Juani me habla de Chile, yo le digo que voy y ella le dice a Emy Rivero, y entonces los que fue una remota posibilidad fue certeza.
Santiago me recibió con mucho frío, tal vez para que el reencuentro con Juani tuviese tintes moscovitas.
Y nunca un frío polar tuvo tanto abrigo, tanto arrope: Juani, Leo, Gaby, Emy, Cony, Tito, Alejandra, Paulo, Karen, Patricia, Mirentxu, Mirella, Naty, Paty Mix, Carolina, Claudia, Valparaíso y ese primer encuentro con La Moneda, como si lo hubiese deseado desde el día en que mi maestra de primero leyó la noticia del golpe de estado y la muerte de Allende.
Ese azar es ahora camino y volví a Chile y vuelvo pronto y cada vez me ata más esta tierra temblona y cariñosa y en cada taller descubro, aprendo, me comprometo y sucumbo a la certeza de que contar es un privilegio. Ya somos equipo, grupo, amigos y como si no fuera suficiente, se sumó a este empeño Edel arriagada, gracias al SEGUNDO AZAR, Lili Bassi, que apareció sin anunciarse un domingo ventoso en el que paseaba con Marita von Saltzen y Rubén López, en Buenos Aires.
El TERCER AZAR llegó de la mano de Geraldina Rayo. Ella le habló de mí a Leonor Arditti, Leonor a Susana Lino y Susana me lleva a la Casa de Cultura y Peña La Salamanca, en La Plata. Un domingo desangelado y frío, mucha gente, una emotiva sesión y Milena Salamanca, cantándome una nana y Susana comprometiéndome a volver
Allí estuvo Gabriela Lubarsky, con quien hubo una suerte de conexión extrasensorial y azarosa. Me habló de Córdoba y su gente, de sus proyectos, sus talleres y sin prometerme nada me invitó.
Y estuve en Córdoba, en tres pueblos, conté para niños y niñas, conté para adultas y dos adultos 8para ser precisos) y charlé de los cuentos y el oficio con las alumnas de Gaby, visité la Semana Cultural de Río Cuarto y vi contar a tres de sus alumnos (muy bien, por cierto)
Y regresé de Córdoba recién, con una nueva amiga, con la certeza de que vuelvo a este lugar de horizontes inmensos y acento bailón como de bandoneón desafinado, de gente llana como su tierra que te mira a los ojos y mirando te cuenta y te atrapa.
Y en medio de tanto azar, yo mirando pasar este día lluvioso de agosto, sin ganas de otra cosa que de jugar a nada.
Azaroso el destino y sus trampas, la vida y sus puertas y sus muros y este privilegio de estar vivo y dispuesto a que el azar siga sorprendiéndome y regalándome la suerte de compartir caminos, afectos y palabras
Hace casi cuatro meses que salí de España, había algunas rutas trazadas, algunas intenciones precisas, había ganas de buscar horizontes y nada fue lo pensado, todo se armó caprichosamente, como un sueño bueno o como se arma el delirio.
México fue más, es más que cualquier pronóstico, Cuba fue otra verdad, otra mirada, Argentina parecía quedarse en nada, Brasil se quedó pendiente y yo anduve desesperanzado, triste, como si se me hubiera torcido el camino y con él, las ilusiones.
Parecía una traición del azar esta mirada al sur, cuando, sin presentirlo, el azar tomó las riendas:
PRIMER AZAR
Juani me habla de Chile, yo le digo que voy y ella le dice a Emy Rivero, y entonces los que fue una remota posibilidad fue certeza.
Santiago me recibió con mucho frío, tal vez para que el reencuentro con Juani tuviese tintes moscovitas.
Y nunca un frío polar tuvo tanto abrigo, tanto arrope: Juani, Leo, Gaby, Emy, Cony, Tito, Alejandra, Paulo, Karen, Patricia, Mirentxu, Mirella, Naty, Paty Mix, Carolina, Claudia, Valparaíso y ese primer encuentro con La Moneda, como si lo hubiese deseado desde el día en que mi maestra de primero leyó la noticia del golpe de estado y la muerte de Allende.
Ese azar es ahora camino y volví a Chile y vuelvo pronto y cada vez me ata más esta tierra temblona y cariñosa y en cada taller descubro, aprendo, me comprometo y sucumbo a la certeza de que contar es un privilegio. Ya somos equipo, grupo, amigos y como si no fuera suficiente, se sumó a este empeño Edel arriagada, gracias al SEGUNDO AZAR, Lili Bassi, que apareció sin anunciarse un domingo ventoso en el que paseaba con Marita von Saltzen y Rubén López, en Buenos Aires.
El TERCER AZAR llegó de la mano de Geraldina Rayo. Ella le habló de mí a Leonor Arditti, Leonor a Susana Lino y Susana me lleva a la Casa de Cultura y Peña La Salamanca, en La Plata. Un domingo desangelado y frío, mucha gente, una emotiva sesión y Milena Salamanca, cantándome una nana y Susana comprometiéndome a volver
Allí estuvo Gabriela Lubarsky, con quien hubo una suerte de conexión extrasensorial y azarosa. Me habló de Córdoba y su gente, de sus proyectos, sus talleres y sin prometerme nada me invitó.
Y estuve en Córdoba, en tres pueblos, conté para niños y niñas, conté para adultas y dos adultos 8para ser precisos) y charlé de los cuentos y el oficio con las alumnas de Gaby, visité la Semana Cultural de Río Cuarto y vi contar a tres de sus alumnos (muy bien, por cierto)
Y regresé de Córdoba recién, con una nueva amiga, con la certeza de que vuelvo a este lugar de horizontes inmensos y acento bailón como de bandoneón desafinado, de gente llana como su tierra que te mira a los ojos y mirando te cuenta y te atrapa.
Y en medio de tanto azar, yo mirando pasar este día lluvioso de agosto, sin ganas de otra cosa que de jugar a nada.
Azaroso el destino y sus trampas, la vida y sus puertas y sus muros y este privilegio de estar vivo y dispuesto a que el azar siga sorprendiéndome y regalándome la suerte de compartir caminos, afectos y palabras
lunes, 6 de agosto de 2012
Recuerdos de un domingo luminoso
Sólo la mañana habría sido
suficiente para hacer este domingo memorable. Marita von Saltzen me había
invitado a conocer a Rubén López y a pasear juntos por Matadero, uno de esos
barrios de Buenos Aires que no aparecen en las guías de turismo como algo
reseñable y que, quizás por eso, resuma una alta dosis de autenticidad: la
feria, la música, los bailes y el gentío creciendo a medida que avanzaba el
día: Miramos, compramos, bailaron y luego comimos en uno de esos sitos con
solera y del que ni siquiera miré el cartel que ponía su nombre ¿Acaso lo
tenía? Yo elegí un locro, ellos choripan.
Luego decidimos ir a ver un
espectáculo de Diana Tarnofki, recomendadísima por mi caro amigo Moisés Mendelewicz.
Pasamos a buscar a Lili Bassi y a Palermo, el barrio, por supuesto. La hora
pegada, la dirección incierta, pero llegamos a una sala oscurísima, repleta de
gente y de sonidos.
Yo esperaba un espectáculo de
cuentería al uso, desnudo, sin excesivos ruidos ni alharacas y cuál fue mi
sorpresa cuando me encuentro que los cuentos estaban más que arropados por
gestos, luces, sonidos, cantos...
Cantante y sonante es un espectáculo
hermoso, tierno, es dulce y luminoso que da la impresión de una espiral que te
va envolviendo, llevando como jugando a nada que resultó ser no de Diana Taranofki, sino, con Diana Tarnofki.
Ahora, en casa de Javier y a la
luz de las velas (no tenemos electricidad) vuelve en armónicas resonancias y lo
paladeo, redescubriéndolo, sintiéndolo, destejiéndolo.
Y aunque mi manía de apostar por
la desnudez de las voces y los gestos, me obliga a resistirme a los adornos,
cierro los ojos y me veo invadido por una suerte de magia, degustando uno de
esos platos llenos de colores, texturas y sabores.
Me gustó, definitivamente, me
gustó y fue una clase magistral de equilibrio y mesura, una suerte de tapiz
bordado a mano y lleno de colores, uno de esos tapices que te permite elegir
una hebra o una parte del dibujo y dejarte llevar como si de un abandono se
tratase.
Yo hubiese insistido en las sombras
chinescas, como recurso porque me pareció maravillosamente breve y me quedé con
ganas de entrar por la mirada dulce de Diana que prevalecía y se hacía valer a
pesar de todo lo que llamaba la atención: las hermosas voces, el músico jugando
el juego e implicadísimo en la puesta y un atril mostrando los libros en los
que aparecen los textos que integran la obra.
Gracias, Marita, Rubén, Lili,
Diana, gracias por este domingo que subrayó la certeza de que hay días en los
que el azar te premia y te regala la suerte de mirar el oficio y la vida desde
otro lugar que lo enriquece.
martes, 17 de julio de 2012
DOMINGO MÁGICO EN LA PLATA
-->
Yo imaginaba
una ciudad con vida y me fui con el tiempo suficiente para recorrerla y ver el
modo en que la gente la habitaba, la animaba; porque ver el ir y venir de la
gente es lo que más me atrapa de cualquier lugar, lo que verdaderamente me seduce. La Plata me
recibió vacía, fantasmal, sin ruidos, con las calles habitadas por el frío y
una luz mortecina que hacía del domingo un día para sentirse abandonado, sin el más mínimos atisbo de esperanza o de
suerte.
Caminé mucho
tiempo, buscaba un lugar para quedarme un rato y que un café espantara mis
presagios. Nada me convidó, nada me propuso ese abrazo conque algunos sitios
ajenos te reciben. Busqué la calle 10 y, al encontrarla, caminé buscando la calle
60. Habían pasado las tres de la tarde, arreciaba el frío y aparecía la gente
caminando sin rumbo, muda.
Anduve algunas
cuadras y llegué al local en el que contaría esa noche, estaba cerrado; me
abrieron unos niños, me presenté, les pedí cobijo y la madre de estos buscó a
Adriana.
La dueña me
saludó, asombrada por mi puntualidad, me ofreció asiento y un café y, mientras
me volvía el calor al cuerpo, escudriñé paredes buscando una señal para
adivinar cómo sería la noche. Al poco, llegaban los hijos y las hijas,
entonces, empezaba la vida: armaban mesas, colocaban sillas, un revoleteo de
manteles coloridos y se hacía hogar la
tarde fría. A la sazón llegó Susana Lino, quien se atrevió a invitarme por una
recomendación de Leonor Arditti, que, a su vez, me conoció a través de
Geraldina Rayo. nos presentamos y ella se sumó al empeño de vivificar, animar,
engalanar, "almar" el espacio.
Ya la tarde
era certeza viva y le gente goteaba, más que puntual, buscando sitio y cobijo.
Al mismo tiempo, una mesa se llenaba de alfajores, tartas, pasteles que la
propia familia había preparado. Yo era parte de todo, del todo que es la Casa de Cultura y Peña La Salamanca, del desempeño de Susana Lino, de la ansiedad y de
la espera.
Y todo se iba
armando lentamente, como guiso de abuela, como masa de pan hecha por manos
sabias. Entonces llegó Juanita Pochet, una poetisa santiaguera (insisto en lo
de poetisa porque para un oficio que tiene una definición hermosa desde lo
genérico, es pecado no aprovecharlo) con ella, con Juanita y con Gabriela fue
la charla apurada y previa a la sesión de cuentos.
Y pasó todo,
como pasa la vida: un cuento y otro y otro y suspiros, risas, temblores,
aplausos y unos ojos destejiendo las sombras para conectar con los míos y fluyó la sesión, como un río, como esa brisa leve que adormece y transporta, como la
sacudida a un árbol cargado de frutas
maduras. Yo sentí muchas cosas y conté con todo lo que vi y sentí desde que mis ojos se encontraron con
la verdad de un espacio auténtico.
Lo que pasó
fue mágico, al menos desde mi punto de vista, pero fue de ese modo porque al
amor de una invisible lumbre nos dejamos llevar y nos fuimos arropando con
silencios, miradas, con palabras, con afectos y con ese puntito esencial de los
humanos que es la infancia, el recuerdo, la raíz, el nido.
Como si no
tuviese el alma en vilo, la Casa, nos regaló una nana "Duerme duerme negrito que tu mama está en el campo negrito...." La cantó Milena Salamanca (hija mayor de Adriana y Luis, los dueños, el alma) con una voz que
proclama verdades, que sacude el recuerdo y, en la sacudida, lo espabila y este
florece como si en la ciudad callada no fuera invierno, como si La Plata jugara
a ser fantasma para dejarse ver el alma cuando la tarde cae para que el sueño
vuele a preñar de trinos la esperanza y la nostalgia, que a la hora del verso
son una misma cosa.
Y yo me quedo
sin palabras porque calor humano, cuentos y una nana hermosa en una noche fría
me devuelve la paz, me arropa y me deja callado esperando el próximo encuentro
con este hogar de luz, calor y abrazo.
viernes, 6 de julio de 2012
TIEMPOS, BRÙJULAS Y REENCUENTROS
El tiempo va
sin ruido a pesar del reloj que nos
apura y nos desvela. El tiempo pisa y pasa sin rostro pero dejando las ineludibles señales de su ser, sus marcas
y el recuerdo, esa sustancia invisible que nos habita y nos sostiene, armando
lo que somos, porque no somos más que eso: lo que fuimos y vamos remendando,
zurciendo para que al final el harapo cubra y nos arrope en el miedo de caer en
el olvido.
Y es que
cuando parecía que todo estaba en orden, la vida no era mía; aunque si era mi
vuelo, mi fuga y esa intención que nos inculcan de construir caminos propios
¿Pero hay camino propio sin los trillos de apariencia ajena que los atraviesan,
sin los caminos que se cruzan tejiendo
encrucijadas?
Estoy de
vuelta a la raíz, estoy reencontrándolo todo y encontrándome como cuando
parecía que escribiendo un poema se salvaba el mundo.
O es que, en
verdad, es ahora cuando escribo un poema en el que el recuerdo se desnuda y me
desarma, permitiéndome el lujo de elegir yo mismo las piezas, de despreciar y
apreciar, de tirar, de recomponer y armarme o dejar que el caprichoso destino
haga los suyo; poniendo la resistencia justa para no perderme demasiado porque
perderse a estas alturas es terminar "fantasmeando" en tus propios
rincones.
La tentación
de cambiarlo todo me agita y se proclama como las consignas que arroparon mi
infancia en las que el futuro pertenecía a algo muy concreto que ahora es nada.
Mi calle, mi
casa, mis ausencias, los amigos de aquellos veinte años en los que la vida era
gozo y miedo, disparate y compromiso, todo
al mismo tiempo; cuando las verdades que ahora se evidencian latían
porque el miedo atrapaba la voz y no podía nombrarlas.
Camino los
recuerdos sin diarios, sin fotos, reinventándolo todo porque "ese" volver a vivir es poner
las cosas en sus sitio y poner las cosas en su sitio es transplantar, tirar, podar,
sembrar, acomodar y acomodarse.
Y yo me
reacomodo las ausencias y las últimas vivencias en Santiago de Chile, en casa
de Juanita, me acomodo como bebé en regazo porque afuera hace frío y porque
estoy aquí como si hubiese estado antes porque canta, en mi mente, VioletaParra la canción de aquellos años en los que una canción bastaba para cambiarlo
todo.
Disfruto
viendo como los amigos de hoy habitan mi
casa de antaño, a los amigos nuevos haciéndome el nido en sus rincones, a los
viejos amigos compartiendo su nido de ahora y me dejo llevar porque aun hay
tiempo de elegir caminos aunque el tiempo sin voz, sin ruidos, sólo con su
pisada, intente hacer creer todo lo contrario.
Estoy mirando
al sur ¿Habré perdido el norte?
lunes, 11 de junio de 2012
CICLOS, ETAPAS, RACHAS,TEMPORADAS...
Sé que es un tramo, un trozo del camino, pero intentando equilibrar significados y contextos, me hago un lío y sucumbo al delirio de lo apocalíptico, ese delirio casi endémico del caribe que traduce en boleros y habaneras (al menos en mi tierra).
Hoy me marcho de México a Buenos Aires, en un viaje que el boleto dibuja interminable, y marcho como dejando a medias algo que regaló la existencia a esta suerte de paria que me va definiendo la vida de este último año.
Es cierto que "el sur también existe", pero yo tengo ganas de nidos y de abrazos, de casa, de consuelo, de café y de domingo con alma de domingo y eso me han dado México y su gente, la gente que rondó mi vida en este último mes de sueños, de aprender que lo imposible no es el sueño, lo complicado es elegir el camino, la compañía y el modo de hacerlo florecer o germinar (es tan grande el germen como la flor, o al menos eso creo)
He reasumido muchas cosas, incluso la soledad dichosa que me permite el vuelo, he visto la raíz y el ala, he aprendido a dejarme querer sin miedo a no entregar nada a cambio y eso es un modo de ejercer la generosidad.¿Alguien se atreve a decirme que esto no es un bolero al que le faltan violines y guitarras, un traguito de ron y una mirada que le dé sentido y verdad?
Ahí os lo dejo porque no sé, si un ciclo cierra o una etapa comienza, no sé si una racha me atraviesa y me consuela o si una dulce temporada de ilusiones y de ganas, me sostiene.
Sea lo que sea lo voy tomando a sorbos para que alivie la sed y no me embriague.
domingo, 10 de junio de 2012
Otro pedacito del cuento
y cuando la oscuridad de la noche
sin luna coronó sus cabezas y se tragó de un bocado a los cuatro horizontes del
pueblo, se hizo el silencio y con el silencio el mar cantó una canción cargada
de nostalgia: sentir las olas sin verlas es una ceremonia triste. Y fue tan honda la tristeza que
asumieron que el mar que los había traído en busca de esperanzas sólo le
devolvía el dolor del abandono, del desarraigo, de la fuga y decidieron,
unánimemente, darle la espalda al mar.
En cuanto clareó el día sus
azules, de una, todos levantaron sus casuchas apenas ancladas en la tierra y
como en una danza giraron sus portales tierra adentro y las primeras casas de
mi pueblo dieron, definitivamente, la espalda al mar y a su cantinela. Fue
Meneses el único pueblo en la historia del mundo que se negó a contemplar la
belleza del mar.
Acostumbrado a ser centro de
todas las miradas el mar no comprendió que aquel pueblucho insignificante se
negara a admirar su grandeza. Y fue tanta su ira que decidió arrancarlo,
hundirlo, tragárselo con todas sus casas, sus gentes y sus sueños.
Vino a traición, de noche, vino
subiendo, creciendo silencioso, pero furioso, iracundo, ciego. Vino mientras la
gente dormía a piernas sueltas porque la gente honesta no tiene pesadillas que
le asusten o le aligeren el sueño. Era una mole oscura la que se tendía sobre
Meneses para devastarlo cuando en el alma del mar canto la pena y decidió
arrancar a mi pueblo de sus raíces chicas y llevarlo tierra adentro.
Para que no sea tan largo el abandono..
Mi pueblo, Meneses, nació por
azar, ese azar antiquísimo gracias al cual se fundan los lugares que luego
habitaremos hombres y mujeres. Gente de cualquier parte fue llegando a aquel
trocito de tierra caribeña quién sabe de que parte del mundo y allí fueron
plantando sus casuchas de pobres y sus esperanzas.
Cuando el pueblo recién nacido a
la orilla del mar tuvo calles y un parque y sus habitantes gritaron con su
acento sus nombres propios al viento del Caribe, decidieron juntarse y celebrar
que un pueblo nuevo le había nacido al mundo y a la orilla del mar cantaron y
bailaron sus cantos y sus bailes viejos y comieron y bebieron y se contaron las
vidas como las habían vivido o como quisieron vivirla porque al fin al cabo uno
puede fiarse poco del recuerdo. (...)
Un trocito del cuento que tanto he contado y que ahora, por fin, escribo
sábado, 2 de junio de 2012
OFICIO Y MAR
Hace unos años, en Candás, Asturias, hablaba del mar del mar y del oficio de cuentero en un encuentro de poetas; "Mar adentro" .
Allí conté y dije algunas palabras sobre este oficio de cuentero, de esas palabras encontré estos apuntes en esta mañana sin mar y como la nostalgia sublima el pasado, me parecieron lindas y aquí os las dejo:
Al nombrar el
oficio fue que acudieron a mi dos palabras claves del mar y de mi profesión:
AFECTO y MEMORIA. Todos guardamos una primera vez frente al azul que nos posee
y, en el interior, una frase que no
pronunciamos con la misma certeza con que la pronuncia un personaje de “El libro de los abrazos”- ¡Ayúdame a mirar!
Y es que el mar es
la vida con sus cantos, sus olas, su vaivén, su maravilla.
El mar llevó a mi
isla la suerte de lo divino y de lo humano., gracias a la mar, lo cubano se
fraguó mestizo con los recuerdos que a golpe de MEMORIA, AFECTOS Y PALABRAS
defendieron del olvido los que, con mayor o menor fortuna, llegaron a la isla
más grande del Caribe, esa que de tan linda tendríamos que llevar a pasear por
el mundo a golpe de remos- parafraseando a Onelio Jorge Cardoso.
La profesión o el
oficio del cuentero son como el mar, el público es la playa, siempre abierta y
siempre distinta, siempre esperando el golpe del oleaje en el que se mezclan
cuentero y cuento, que, amalgamados, se hacen una fuerza única para seducir e
invadir la playa y su entorno en un acto que no renuncia, por su apariencia y esencia cotidianas, a la
maravilla de lo efímero.
Cada palabra llega
con la cadencia de la ola y lame, acaricia o golpea y se queda palpitando
mientras que el público vibra, calla, aprueba o rechaza. Es el mismo juego; el
del cuentero, el del mar.
Desde siempre así
ha sido, un balanceo arrullador que nunca cesa y que resuena, hasta el infinito, en
sus propios ecos.
La memoria es un mar definitivo e inmenso que nos lleva y nos trae, a
veces barco, a veces ola, a veces náufrago, a veces pájaro que lo sobrevuela y que. en su danza de viento, también lo
habita, le imprime carácter pero siempre, seamos lo que seamos, constituimos un pedazo indiscutible y esencia de ese universo que poblamos,
habitamos y nos define…
Y como postre esta hermosa canción en la voz de Ana Díaz, un mar de potente y dulce voz recién llegado a mi playa: DE OLA EN OJO
domingo, 27 de mayo de 2012
LA CASA DE LA "MESÓN"
Nunca es tarde si la dicha insiste en perdurar latiendo, como nueva, como recién llegada. Lo cierto es que a veces me dejo arrastrar por ánimos y prisas y el tiempo me acorrala.
Abril pasó de golpe y mayo me atrapa con la prisa de su fuga. Se me fueron sin permiso las palabras que juntaba para una de mis casas, la Casa de la "Mesón", como la bautizó esa cuentera de raza que es Carolina Rueda y como ella, más que mujer de palabras, es la palabra misma, me robo el epíteto y este sábado del DF, en México, después de saber que el río que atravesó a mi pueblo no se llevó lo más importante y de mirar la apretada foto de la noche de cierre del Festival de la Maison de L`Amérique Latine, alias Casa de la Mesón, en Estraburgo, me desato y viajo unos días atrás como si el tiempo no hubiese pasado.
Yo estuve por intruso, por gorrón, por majadero, porque la Casa es mi casa y a mi casa yo vuelvo cuando quiero. Volví porque me consienten y malcrían para asistir, por la cara, a uno de los Festivales más lindos, jugosos, auténticos y entrañables de todos a los que he asistido y que ya son algunos.
La verdad, la auténtica verdad, la sustenta este espacio genuino que es la Casa de la Mesón, una suerte de aljibe de aguas claras, donde el desarraigo acude a beber agua fresquita o un cafecito, a guiatarrear, a cantar, a charlar, a chismosear, así como se hace en Latinoamérica en cualquier casa de vecino y es que la Casa, insisto, es un proyecto de casa multicultural donde no faltan compromisos y afectos.
- ALGUIEN PREGONA TAMALES DE OAXACA Y SE ME VA LA OLLA-
Sacudo el gordo que me habita y me vuelvo a Estrasbugo.
Todos son responsables porque todos lo dan todo, pero los culpables, lo que se dice culpable, son Ligia Vasquez y José Manuel Garzón (Garzoncillo) a quien por culpa de Ryaner se echó en falta esta vez.
Y es que De bouche á oreille et de boca en boca es un Festival para el oficio y digo oficio, no profesión, porque lo que sustenta este encuentro es que los cuenteros y cuenteras, más allá de sus habilidades y sus dones, sus logros y sus artes, sean capaces de hacer vínculos y lazos de auténticos afectos porque una casa sin la familia unida es una ruina y más esta casa que tiene por propósito recibir, abrazar, arropar (quería decir acoger, pero se presta a confusiones el término y la mala fama me precede)
- AHORA NO VENDEN, COMPRAN CUALQUIER COSA VIEJA DE FIERRO-
Aprovecho el lapsus del pregón para dejar divagaciones e ir a lo que iba, a lo que voy.
Por lo general, además de los mimos y atenciones, consolida este Festival, el elenco, casi siempre atinado y que esta vez fue un lujo:
Ana Griott, leonesa que se mueve con habilidad en el mundo de los cuentos populares para contarlos con la palabra precisa, sin alharacas ni oropeles, llevándonos por caminos antiguos, propios o ajenos, con las necesarias claridades para este tiempo de ahora que enceguece o deslumbra.
Carolina Rueda, colombiana de esencia y raza, palabrera incontinente que sabe como nadie el valor del silencio, la cadencia del texto y que escucharla, verla es siempre (para mí) una clase magistral.
Mercedes Alfonso, una cubana a la que el desarraigo le hundió, aunque parezca absurdo, la raíz en lo más auténtico de sí misma. Juega, sin despintarse, con todos los imaginarios que la pueblan y se le puede llegar al alma siguiendo, confiado, la humedad y la luz que desprenden sus ojos.
Félix Albo, mediterráneo, juguetón, simpático, entrañable que te zarandea como quien juega a nada para asestarte, con estocada magistral, un golpe el la ternura.
Rubén Martínez, venezolano que desenmaraña la difícil brevedad de sus textos con la maña del músico que hace maravillas con los garabatos de una partitura. Preciso, certero, cercano, único.
Jean-Michel Hernandez, francés hombre de escena que hace del oficio un telar invisible, mientras borda con su voz de mil acentos familiares los paisajes y la gente del Mediterráneo que lo define y lo habita.
Y como complemento, como regalo, Ángel del Pilar Colín y Victor Arjona, mexicanos que se acercaron a colorear la fiesta. Ella, manantial; él, río (ya lo dije hace casi un año cuando les conocí en Barquisimeto) y con quienes tuve la suerte de despertar orejas una tarde maravillosa, en parque hermoso con la ayuda de Daniel que nos sirvió de intérprete y como una iniciativa nueva y muy loable de abrir el Festival a esta ciudad de cuentos.
Si algo resalto siempre de este "GRAN FESTIVAL DE PEQUEÑO FORMATO", es la lealtad y la generosidad del público, la magia que genera contar a tanta gente diversa, diferente y con el hambre común de la palabra que desdibuja ausencias y te lleva a la casa, a cada casa primera que en el recuerdo de todos viene a alumbrar esta Casa común de puerta inmensa.
Un privilegio, una suerte, un regalo y sobre todo el consuelo de que a estas alturas ya sabemos que desde el ocho de abril del próximo año, la Casa de la Mesón, mi casa, la CASA, será otra vez la de los cuentos y si te atreves a cruzar el umbral, será también tuya, definitivamente.
jueves, 24 de mayo de 2012
CALCETINES Y CUENTOS: OFICIO DE TEJEDORES
Oaxaca es un lugar de cuentos, y no precisamente por sus calles, ni por sus colores, no lo es, siquiera, por toda la apariencia mágica que envuelve a quien llega por primera vez jugando a deslumbrarse.
Es cuento porque su gente se presta al juego afectivo de la escucha que propone el cuentero, los cuenteros.
Cuentos grandes para calcetines pequeños, así se llama este Festival que es fiesta y es escuela. Este encuentro de cuenta cuantos que aplaca a la tierra y sus temblores para hacer sitio al temblor fecundo de las almas.
Oaxaca se hace una oreja gigante porque ya es, de antemano, corazón para dejar que fluya la palabra y tejerla con la habilidad de quien maneja desde antaño los telares o molerla, como muelen al maíz para sacar su esencia, al tiempo en que la voz que cuenta, la desgrana.
Y es lindo ver (porque sentir el cuento es verlo) como la palabra se dibuja semilla y como cada semilla toma su camino y se adentra en la tierra, se dispersa en el viento, se apodera de la gente y de sus almas y otras veces queda aferrada a la nada, porque hay palabras con vocación fuga.
Y la calenda va pintando de carnaval la calle y se arremolinan el propio y el extraño para saber que es la hora de la escucha, el momento del cuento, del verso, de la palabra viva.
Y la calenda abre las compuertas al río que fluirá fecundo para inundar la ciudad y preñarla de afectos, de risas, de suspiros, de asombros.
Una semana intensa que ya arrastra el cansancio del los organizadores que resisten, en pie, para cuidarnos, mientras que la ciudad y su gente se muestran enteros a la sorpresa del que acude por primera vez, como es mi caso, para embrujarte y arroparte, recibirte y abrazarte, en la misma medida en que te abrasa el calor de la tierra.
Contar es un oficio que roza el privilegio, pero contar en Oaxaca; en este Festival joven pero de clarísima esencia y verdadera vocación para tejer caminos perdurables a las palabras y a los palabreros, es rizar el rizo porque no sólo descubres el acierto que supone haber elegido este camino, sino que refuerzas la idea de que esta profesión es patrimonio de la gente que anda a pie de calle y que te mira a los ojos y se desnuda el alma en su mirada; mientras te arropa y te mima porque percibe que el cuentero está solo, con sus ganas y sus miedos, pero con la necesidad imperiosa de que alguien, con hambre de afectos, le mire a los ojos y se deje llevar a ningún sitio o a cualquier parte, real o maravillosa, para fundar y tejer esos lazos que trenzan los amigos viejos.
Quizás no importe el tamaño de los calcetines, ni el de los cuentos, pero esta clara la honda y purísima vocación de quienes hacen posible este encuentro y de la gente que se presta a la dulce magia de hacer perdurar las palabras por mucho que se empeñe el viento en llevarlas consigo para cantarlas quien sabe en qué parajes solitarios.
Oaxaca es un lugar de cuentos porque su gente se presta a combatir con sus miradas y su escucha a la triste cantinela del olvido, mientras juega a caminar desde su imaginario las imágenes conque otros desvelamos las verdades que nos sostienen, nos definen, nos liberan y que, otras veces, nos atan, nos atrapan o nos lanzan convocar los sueños y a censurar las soledades.
CANCIONES PRESTADAS PARA UN POEMA SIN NOMBRE
y la puerta esta comida
donde la ha golpeado el mundo...
S.R
Patadas, golpes, gritos
y se aferra la puerta clausurándolo todo
Se ha cerrado a la luz
la calle en la que habito
la calle que no es calle
y no es camino
Yo entro y salgo
por la rendija
a gatas
como el niño que fui o el que soy
porque ya nada importa
Y la puerta es un muro
y el musgo es la memoria
y la luz es el brillo
y el brillo es la mentira
el oropel que envuelve
la carencia de sueños
Teje mi hermana
araña
el tiempo interminable de su aburrimiento
de su cansancio
de su soledad
su decisión de envejecer tras la puerta
mirando al mundo girar
sobre el mismo eje en que mi madre gira
para llenar los platos
y vaciarlos
limpiarlos
llenarlos
vaciarlos
limpiarlos
en un ritual absurdo de aromas viejos.
Comida está la puerta
roída y vieja
se resiste a caer
y el alma enceguece
y el alma se apaga
y el alma solo es alma en el abrazo
en la mirada
en las voces que entran
en busca de consuelo
ni calle,
ni camino
allí queda la puerta carcomida
y yo vuelvo a escaparme
pero esta vez
me alcanzó la pedrada
martes, 22 de mayo de 2012
LA NADA COMO OFICIO
Dónde quedó el silencio
dónde el río
el olor del café
el chisporroteo del ajo al mediodía
Dónde quedó la luna
y a qué lugar escaparon los cocuyos
letargo
letanía
nada
y la nada lo envuelve
y todo es nada
"nadean"
y me arrastro anfibio al borde
sin hundirme
sin huir
contemplando la nada desde un lugar antiguo
donde me reconozco
"nadeando" pero con la mirada limpia
y algún sueño
la esperanza remota de ser
entre tanto horizonte sin cielo
nada
letargo
letanía
Se ha secado el río
donde lavé la risa
donde guardé mi llanto de ser sin ser
como jugando a nada
porque la nada era un juguete
y se dejaba pintar
por las azules musarañas del sueño
por las absurdas luces que alumbran la esperanza
y la espera
letanía
letargo
nada
Todo tenía sentido
el ajo y aceite aromando al mediodía
el río que fue calle
el café recibiendo al vecino
la luna anunciando quien sabe que presagios
y el cocuyo pretexto para encender la noche
Y aquello entonces era nada
y era la nada una pequeña cosa
no era el todo
ese todo que asfixia
te atrapa
te posee
te arrastra
te desdibuja
y es todo ahora
y ahora todo
es un letargo
es letanía
es nada
HABANA, 10 DE MAYO, PRIMERAS IMPRESIONES
Amanece en La Habana
canta el ruido la canción cotidiana
y un coro de pájaros sin nombre
se suma al desafío que propone la luz
Amanece y yo juego las reglas del olvido
la sensación de ausencia que dibuja la espera.
Y no es la ausencia un nombre
es un abrazo
una mirada
un gesto
el hueco que dibuja
la voz que nada dice
aunque resuena limpia
en la cueva memoria donde el pasado duerme.
Amanece en La Habana
Es primavera
Yo tengo una extraña sensación de fuga
de frío
de no ser
ni si quiera quien intenta decir
para aplacar la soledad
el grito
la nadería gris que borda en su puntada la ausencia...
Ausencia
Ausencia
Ausencia es la palabra
aunque sea mayo primavera
aunque cante La Habana
el despertar del día.
domingo, 25 de marzo de 2012
POEMA SIN NOMBRE
Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Antonio Machado
¿Qué es lo definitivo si la vida es ala?
¿Qué es lo eterno si la vida es fuga?
Hay que aprender del pájaro que emigra
y vuelve
y va
y sigue partiendo
para regresar siempre
por el trillado camino
que nadie percibe
propio
secreto
como un ritual antiguo.
Hay que aprender del río
que viaja sin saberlo
intuyendo
como quien va a la nada
y se lleva en su cauce al manantial
a la lluvia
a la nube
y es luego un horizonte salado
que deslumbra y convoca.
La raíz del humano está en la entraña
en el alma
en el recuerdo
en el afecto río
que orada su existencia
y la dibuja
en la esperanza pájaro
que en la esencia palpita
en el camino invisible
que trazara la vida ancestral que nos sostiene
y nos nutre
que nos lanza al abismo
como a los pájaros
como a los ríos
para fundar caminos y horizontes.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Antonio Machado
¿Qué es lo definitivo si la vida es ala?
¿Qué es lo eterno si la vida es fuga?
Hay que aprender del pájaro que emigra
y vuelve
y va
y sigue partiendo
para regresar siempre
por el trillado camino
que nadie percibe
propio
secreto
como un ritual antiguo.
Hay que aprender del río
que viaja sin saberlo
intuyendo
como quien va a la nada
y se lleva en su cauce al manantial
a la lluvia
a la nube
y es luego un horizonte salado
que deslumbra y convoca.
La raíz del humano está en la entraña
en el alma
en el recuerdo
en el afecto río
que orada su existencia
y la dibuja
en la esperanza pájaro
que en la esencia palpita
en el camino invisible
que trazara la vida ancestral que nos sostiene
y nos nutre
que nos lanza al abismo
como a los pájaros
como a los ríos
para fundar caminos y horizontes.
¡Casa!

Para Jesús Mora y Carmela Fischer
La casa estaba en mí
yo soy la casa
anoche, en sueños, la he barrido
la pinté de colores
y planté un girasol en una lata vieja
que rellené con tierra del patio
donde jugué a ser niño
Y mi casa pequeña tenía un portal inmenso
mil ventanas
una cocina grande en la que me perdía
y la gente pasaba para quedarse
para pegarse a las cuatro paredes de mi alma
como se agarra el musgo a las entrañas
El sol venía a consolar mi llanto
para que dibujara con su luz
un arcoíris con mi lágrima
y la lluvia cantaba
mojando el patio que olía a toronjil
a mejorana
a gardenia
y a miel
a caña santa
Sólo estirar el brazo y todo estaba
los amigos
las fugas
los amores
el mar
una montaña
el miedo
una llanura seca
y un olivo
la mata de mangos
el olvido
el limonero viejo
y un cafeto
Y yo barría
barría
barría con fuerza
y nada se despegaba del suelo
del camino
Me estremecía el canto de la escoba
su arrullo al peinar la tierra en que he crecido
como una madre vieja que te aplaca el pelo revoltoso
con un juego de saliva y caricias
y las hojas se desprendían cantando
y quedaban colgadas de la nada
como queriendo eternizar su vuelo
ese sueño imposible de ser aves
Y entonces me despierto
con un recuerdo vago y a penas luminoso
algunos nombres propios
y mil rostros
todos mi viajes
todas mi casas
las frases de un libro corregidas en rojo
y corro a sacudir la música que se quedó callada
cuando apagué la noche
mientras, pongo el café
para anunciar que, aunque es tarde, amanezco
que la casa está en mí
que soy la casa
que lo supe recién
cuando me he abierto al mundo
para que el mundo entrara, definitivamente
sábado, 24 de marzo de 2012
Y porque el campo huele a primavera...

Siempre que algo florece, retoña o germina es primavera. Y si revientan de gozo los afectos; en el alma es primavera y es privilegio, aunque ninguno de los significados que da la RAE a esta palabra recoja la calidez, el privilegio como el ejercicio y la suerte de percibir que la generosidad y el buen hacer florecen, aún en los sitios más secos, en los tiempos donde el silencio horada carcomiendo casi todo.
Y viene a mi cabeza esta mañana ventosa y de luces extrañas Antonio Machado, su poema "A un olmo seco":
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
Y no es abril, lo sé y sé que las lluvias no llegan como necesita la tierra que quiere reventar y sé, también, que no soy árbol, o si lo soy, porque esta manía de insistir en la raíz, de florecer y marchitar, de perder las hojas con los vientos del alma, es algo más que una metáfora; es una verdad que me ronda y es certeza en esas veces que tengo el privilegio de vivir la vida que vivo y compartirla con los que llegan y se quedan, con los que pasan de largo, con los que acuden sin saber que anidar no quiere decir eternizarse.
Y todo ello me asalta desde esta madrugada cuando pude suspirar sin miedo a escaparme, a deshacerme en el gesto. Ayer fue un viernes redondo, lo decía en el facebook, que es como ventana de barrio y que, a pesar de la frialdad, permite gritar a los amigos, estén donde estén, cómo se pinta el día o si te tiembla el alma o si esta solo o gris o luminoso.
Ayer presentamos "Recuerdos de mi única casa", un libro, una plaquette que tuvo vocación de modestia desde que nació en una habitación de La Habana. No tengo palabras, al menos no tengo las precisas para decir lo que pasó, lo que sentí, la sacudida que supuso y el compromiso que me genera.
Sólo hay una: GRACIAS. Porque ha sido de las veces que sentí el privilegio de ser de cualquier parte, el lujo de tener los amigos que tengo y el lujo del oficio que me nutre y me asusta y me libera y me ata.
Gracias a Jesús Mora que tejió magistralmente su niñez con la mía y supo dibujarse hermano de sueños y de afectos.
Gracias a Carmela Fischer Díaz que es el equilibrio perfecto de profesión, oficio, emoción, ternura.
Gracias a Carlos Cano Escribá, hermano definitivo que ilumina mis palabras más dulces y me arropa con los suyos (las suyas) como la familia definitiva que espera sentada en el portal de mi única casa, donde ya empieza a poner traspiés la ausencia; a Hernán Milla, humano irrepetible que musica mis versos y los libera del corsé de la rima; a Betriz Jiménez, amiga, nido, arrullo, campana que en su canto lanza al vuelo mis palabras; a Silvia Fernández, cubanísima y nueva en mis afectos, pero honda como la más auténtica de mis raíces, a Juan Antonio Cañizares, que llegó para poner acento a los amigos que ya tejían conmigo esta locura de inventar castillos y luces.
Y gracias a Paqui Trapero, esencia; a Paloma Mayordomo, empeño y a Vicente Montiel, honestidad y a Carmen Estrada, fuerza y gracias a tí que no leerás estas divagaciones de un sábado en que espero a los amigos para jugar a las casas, y tí que las lees porque aunque no está tu nombre, aunque no lo diga, estás tan presente como estuvieron tus ojos y tus oidos para arroparme ayer en este viaje corto pero intenso al recuerdo más mío, a la verdad honda y definitiva de mi única casa, de esa casa de la que ya sois parte ineludible y definitiva.
Es título corresponde a un verso de Mario Benedetti
sábado, 17 de marzo de 2012
No hay sábado sin sol...
Hay rachas en que todo es fuga, irremediable huida, y aunque tengas la certeza de estar, no eres más que un suspiro mínimo que se queda en la raíz del grito.
No hay sábado sin sol, dice el refrán y asisto al juego de luz y nubes caprichosas que adornan esta mañana el cielo de mi patio donde se posa, con lentitud, la primavera.
Yo tengo ganas de cantarme un bolero, de jugar a ser algo más que esta melancolía que se ha hecho amante de mis días y me estruja y me lleva y me trae.
Es que parezco triste y no estoy triste y es que parezco solo y no estoy solo, lo que parece fin es una puerta y la puerta es camino y el camino es raíz y la raíz es ala y el ala es fuga y aunque parece fin, la fuga es una puerta, un camino, horizonte...
Así hasta el infinito, como un ir hasta el recuerdo y desandarlo para inventarlo al modo que me exige este sábado con nubes y con sol y con el campo que, a pesar de la sequía, huele a primavera y por eso cantamos, como dijo el poeta.
E insisto, no estoy triste ni solo, estoy feliz de que por fin sean certeza los "Recuerdos de mi única casa", un libro breve pero mío, que nació en una habitación de La Habana, una noche en la que un telegrama urgente anunciaba la muerte de un adolescente de mi calle y tuve, entonces, la convicción de que la vida es fuga y hay que contarla para que quede viva, para que perdure porque la verdadera historia es la de andar por casa, la que lleva las acotaciones de quien la comparte contigo día a día, en ese juego de absurdas ataduras que se llama cotidianidad.
"Recuerdos de mi única casa", recoge todas la fugas que ahora son memoria y ha sido tan leal que permaneció callado desde 1998 hasta hace poco y ahora reivindica las piedras de mi calle, los viejos de mi barrio, el río que impulsó mis sueños y nutrió mi infancia por que "no hay pueblo mejor que otro, para nacer y para vivir la infancia, cualquier lugar es bueno"...
(yo que me creía narcisista y egocéntrico, ahora descubro lo difícil que es escribir de uno mismo)
En fin, que no estoy triste, pero sí melancólico porque llevo unos meses removiendo recuerdos recientes y viejos, todos al tiempo por eso insisto en que hay rachas en que todo es fuga y la fuga define el desorden de estas palabras empeñadas en hacer que esta mañana de sábado no pase de largo porque no hay sábado sin sol, a pesar de que las nubes quieran apoderarse del cielo..
No hay sábado sin sol, dice el refrán y asisto al juego de luz y nubes caprichosas que adornan esta mañana el cielo de mi patio donde se posa, con lentitud, la primavera.
Yo tengo ganas de cantarme un bolero, de jugar a ser algo más que esta melancolía que se ha hecho amante de mis días y me estruja y me lleva y me trae.
Es que parezco triste y no estoy triste y es que parezco solo y no estoy solo, lo que parece fin es una puerta y la puerta es camino y el camino es raíz y la raíz es ala y el ala es fuga y aunque parece fin, la fuga es una puerta, un camino, horizonte...
Así hasta el infinito, como un ir hasta el recuerdo y desandarlo para inventarlo al modo que me exige este sábado con nubes y con sol y con el campo que, a pesar de la sequía, huele a primavera y por eso cantamos, como dijo el poeta.
E insisto, no estoy triste ni solo, estoy feliz de que por fin sean certeza los "Recuerdos de mi única casa", un libro breve pero mío, que nació en una habitación de La Habana, una noche en la que un telegrama urgente anunciaba la muerte de un adolescente de mi calle y tuve, entonces, la convicción de que la vida es fuga y hay que contarla para que quede viva, para que perdure porque la verdadera historia es la de andar por casa, la que lleva las acotaciones de quien la comparte contigo día a día, en ese juego de absurdas ataduras que se llama cotidianidad.
"Recuerdos de mi única casa", recoge todas la fugas que ahora son memoria y ha sido tan leal que permaneció callado desde 1998 hasta hace poco y ahora reivindica las piedras de mi calle, los viejos de mi barrio, el río que impulsó mis sueños y nutrió mi infancia por que "no hay pueblo mejor que otro, para nacer y para vivir la infancia, cualquier lugar es bueno"...
(yo que me creía narcisista y egocéntrico, ahora descubro lo difícil que es escribir de uno mismo)
En fin, que no estoy triste, pero sí melancólico porque llevo unos meses removiendo recuerdos recientes y viejos, todos al tiempo por eso insisto en que hay rachas en que todo es fuga y la fuga define el desorden de estas palabras empeñadas en hacer que esta mañana de sábado no pase de largo porque no hay sábado sin sol, a pesar de que las nubes quieran apoderarse del cielo..
viernes, 9 de marzo de 2012
DE ACUMULACIONES Y APEGOS...
Hubo un tiempo en el que anduve errante, fueron testigos los barrios y las calles de La Habana.
Un hombre o un muchacho, un guajirito de Meneses (YO) iba con cuatro cosas, mi máquina de escribir sin "Ñ", un amor y mil sueños; del Cerro al Barrio Obrero, de San Matías a Playa, del Vedado a la Víbora, con escala en Meneses cada verano, para saber que tenía una única casa, un sitio al que volver, siempre que hiciera falta.
Tenía tantos sueños y éramos tan libres para gritar al mundo amores y desamores recién estrenados e impuros (como son los buenos amores) que apenas nos paramos a pensar en el privilegio de vivir aquellos años a fuerza de canción y poesía, de deseos sin nombre, de alcohol barato y envenenado, de tirarnos las tardes acomodando al mundo a nuestra medida, a la medida de nuestras alas.
De aquello quedan versos, amigos desperdigados por el mundo y el consuelo de que "cualquier tiempo pasado fue mejor"
Y todo esto se agolpa en mi cabeza mientras escucho al Trío Cervantes, que interpreta a Lecuona y a Cervantes y meto en cajas lo que puedo meter de estos años de ahora, en que además de apegos, acumulé mil cosas para poblar mi casa e imprimirle carácter, o creerme, al menos, que este era el rincón definitivo.
Y a medida que las cajas se llenan y la música suena con aroma de nostalgia, sobrevuelan los apegos, las auténticas razones: el amor que se fue, los amigos que están, los recuerdos de un trocito de vida, construida a golpe de cuentos, afectos y palabras, de viajes, de ganas, de raíz arrancada y alas nuevas.
¡Cuántas dudas plantan su mala cara a las certezas!
El tiempo sedentario agoniza y la vida nómada se pone los zapatos de ser libre. Esperaran las cajas mi regreso y los amigos de verdad tendrán el café y la oreja a punto porque volveré como llegué antaño: casi desnudo, con ilusiones, miedos, certidumbres; porque un hombre de pueblo, un guajiro, necesita del horizonte para ser, para sentirse.
Y ya me lo advirtió mi amada Carolina Rueda porque alguien se lo advirtió a ella algún día: si se te acaba la ilusión de nada vale este oficio.
Pues eso, sencillamente, eso, que como la ilusión está algo herida, guardo las cosas que caben en las cajas y empaco los afectos,los apegos del alma para que estén conmigo y sostengan mis pasos, ahora que empiezo a conquistar caminos o,al menos, a intentarlo.
Un hombre o un muchacho, un guajirito de Meneses (YO) iba con cuatro cosas, mi máquina de escribir sin "Ñ", un amor y mil sueños; del Cerro al Barrio Obrero, de San Matías a Playa, del Vedado a la Víbora, con escala en Meneses cada verano, para saber que tenía una única casa, un sitio al que volver, siempre que hiciera falta.
Tenía tantos sueños y éramos tan libres para gritar al mundo amores y desamores recién estrenados e impuros (como son los buenos amores) que apenas nos paramos a pensar en el privilegio de vivir aquellos años a fuerza de canción y poesía, de deseos sin nombre, de alcohol barato y envenenado, de tirarnos las tardes acomodando al mundo a nuestra medida, a la medida de nuestras alas.
De aquello quedan versos, amigos desperdigados por el mundo y el consuelo de que "cualquier tiempo pasado fue mejor"
Y todo esto se agolpa en mi cabeza mientras escucho al Trío Cervantes, que interpreta a Lecuona y a Cervantes y meto en cajas lo que puedo meter de estos años de ahora, en que además de apegos, acumulé mil cosas para poblar mi casa e imprimirle carácter, o creerme, al menos, que este era el rincón definitivo.
Y a medida que las cajas se llenan y la música suena con aroma de nostalgia, sobrevuelan los apegos, las auténticas razones: el amor que se fue, los amigos que están, los recuerdos de un trocito de vida, construida a golpe de cuentos, afectos y palabras, de viajes, de ganas, de raíz arrancada y alas nuevas.
¡Cuántas dudas plantan su mala cara a las certezas!
El tiempo sedentario agoniza y la vida nómada se pone los zapatos de ser libre. Esperaran las cajas mi regreso y los amigos de verdad tendrán el café y la oreja a punto porque volveré como llegué antaño: casi desnudo, con ilusiones, miedos, certidumbres; porque un hombre de pueblo, un guajiro, necesita del horizonte para ser, para sentirse.
Y ya me lo advirtió mi amada Carolina Rueda porque alguien se lo advirtió a ella algún día: si se te acaba la ilusión de nada vale este oficio.
Pues eso, sencillamente, eso, que como la ilusión está algo herida, guardo las cosas que caben en las cajas y empaco los afectos,los apegos del alma para que estén conmigo y sostengan mis pasos, ahora que empiezo a conquistar caminos o,al menos, a intentarlo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)