domingo, 1 de febrero de 2009

Animar a qué

Animar a leer, he ahí el gran dilema. Me asusta, siempre, el hecho de que se crea que sólo contar cuentos es un método infalible para acercar al mundo de la lectura y de los libros.
Y digo me asusta porque siempre que me enfrento a un auditorio de docentes para hablar de mis pasos y mis visiones de este complejo y enrrevesado mundo de la Animación Lectora creo que me faltan armas para saber dónde termina y dónde empieza mi labor como animador.
Y es que empecé a descubrir este inagotale camino en mi tierra, en un tiempo en que los libros escaseaban pero florecían la magia y la poesía. De esta experiencia iniciática se deriva mi visión de que, más allá del libro, los talleres deben tener como finalidad la creación de espacios de relación en los que la lectura, la literatura y la palabra sean puentes que articulen e integren a los participantes.
Deduzco, entoces, que quizás nuestro papel como cuenteros, cuentistas, cuentacuentos, narradores orales sea el de poner alas y sonido a las palabras para que en el soliloquio del lector con el texto (sea cual sea el texto) vivan, palpiten, sean...

No hay comentarios: